Durante los exámenes se revelaron ganglios linfáticos hipermetabólicos, lo que llevó al diagnóstico de linfoma de Hodgkin esclerosante nodular.
Una joven de 17 años acudió a urgencias por enrojecimiento del ojo derecho, dolor y visión borrosa junto con fotopsia (sensación de visión de luces o destellos) temporal intermitente de inicio 5 días antes de la consulta.
Los síntomas generales incluían náuseas, cefaleas, dolor en el hombro izquierdo y sudoración nocturna de larga evolución. El historial del paciente era significativo de conjuntivitis en el ojo derecho, hiperemia conjuntival (inflamación ocular) y edema papilar (hinchazón de la papila óptica debido a hipertensión intracraneana) desde 2017.
No se diagnosticó ninguna enfermedad subyacente a pesar de las minuciosas investigaciones que incluyeron análisis de sangre, resonancia magnética (RM) y exámenes neurológicos; estos episodios previos se resolvieron tras breves tratamientos locales con corticosteroides.
La agudeza visual (ACV) de la paciente era de 1,0 en ambos ojos. El examen con lámpara de hendidura reveló escleritis no necrotizante en el ojo derecho, opacidad endotelial y células en la cámara anterior.
El fondo de ojo mostró turbidez vítrea, condensaciones vítreas inferiores, bolas de nieve vítreas, edema papilar y lesiones blancas/amarillentas periféricas. La fluoroangiografía (FA) y la angiografía con verde de indocianina (ICGA) indicaron vasculitis periférica y papilitis. La OCT de dominio espectral (SD-OCT) no mostró alteraciones significativas.
El ojo izquierdo presentó resultados normales en todos los exámenes.
La paciente fue tratada con Prednisolona local, tropicamida y AINE orales. Los seguimientos mostraron empeoramiento de síntomas en el ojo derecho y progresión de la escleritis. Se colaboró con medicina interna para investigar las causas subyacentes. La resonancia magnética cerebral no reveló anomalías.
Se descartaron varias causas infecciosas y sistémicas, resultando positivas las pruebas IGRA para tuberculosis pero con Quantiferon negativo. Se propuso tratamiento con corticosteroides orales.
La ACV y el dolor mejoraron gradualmente. Los corticosteroides orales se redujeron progresivamente y se mantuvieron los corticoides tópicos. Una PET-CT reveló ganglios linfáticos hipermetabólicos, lo que llevó al diagnóstico de linfoma de Hodgkin esclerosante nodular.
La paciente recibió quimioterapia ABVD y mantuvo corticoides tópicos y sistémicos. Mostró buena tolerancia a la quimioterapia y estabilidad en la ACV, sin dolor pero con fotopsia intermitente en el ojo derecho debido a cicatrices coriorretinianas.
Esta condición es una causa extremadamente rara de inflamación ocular que, según los autores, no suele tenerse en cuenta en el estudio típico de la uveítis y otras enfermedades oculares.
Se trata de una neoplasia maligna que surge principalmente de las células B y se caracteriza por la diseminación de las células tumorales a lo largo del sistema linfoide, dando lugar a una enfermedad ganglionar localizada con una presentación clínica a menudo indolente.
Los síntomas del LH abarcan una variedad de presentaciones clínicas que van desde ganglios linfáticos indolentes y bazo agrandado hasta la presencia de síntomas B que incluyen fiebre, sudores nocturnos y/o pérdida inexplicable de peso corporal. Sin embargo, las manifestaciones intraoculares son extremadamente raras en esta enfermedad.
Según las publicaciones sobre algunos casos similares a este, los autores plantean dos hipótesis de la presentación coriorretiniana de este caso: la presencia de células linfomatosas en la coroides o una manifestación paraneoplásica.
Dado que la diseminación hematógena de células malignas a la coroides no es un fenómeno conocido en el LH, se considera que la afección observada era más probablemente un síndrome paraneoplásico inusual. Cabe destacar que, aunque infrecuentes, las retinopatías asociadas al cáncer destacan como el tipo más prevalente de retinopatías paraneoplásicas autoinmunes.
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