La falta de políticas de salud renal efectivas y sostenibles agrava la situación, dejando a muchos pacientes sin acceso adecuado a tratamientos. Es necesario el desarrollo de políticas públicas que aborden la prevención, el tratamiento y la atención de la enfermedad.
En los últimos 30 años, la enfermedad renal crónica ha escalado para convertirse en una de las principales causas de muerte y pérdida de años de vida saludable en América Latina. Según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México, publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública, países como Nicaragua, El Salvador, Guatemala y México destacan por las altas tasas de años perdidos debido a muertes prematuras por esta enfermedad.
La investigación revela un alarmante aumento en la mortalidad relacionada con la enfermedad renal crónica, pasando de ser la decimotercera causa de muerte a la segunda en la región durante el período 1990-2019. Factores como la diabetes y la hipertensión arterial son principales impulsores de esta tendencia preocupante.
Es necesario posicionar la enfermedad renal crónica en la agenda pública de los gobiernos y enfatizar la importancia de la salud renal para todos
Además de la mortalidad, la enfermedad renal crónica representa un serio desafío en términos de años de vida saludable perdidos en la región. Aunque países como Brasil, Chile, Colombia y Uruguay muestran un impacto menor, naciones como El Salvador, Guatemala, Nicaragua y México enfrentan una carga significativa.
En países como Colombia y Uruguay, se han establecido programas y asignado recursos para la atención de salud renal, contrastando con naciones como México, El Salvador y Nicaragua, donde el acceso a terapias de reemplazo renal es limitado o inexistente. Además, las estadísticas revelan una significativa disparidad en las tasas de trasplantes renales, con un promedio de 68,8 por millón de personas en América Latina, muy por debajo de los estándares de Europa Occidental.
La falta de políticas de salud renal efectivas y sostenibles agrava la situación, dejando a muchos pacientes sin acceso adecuado a tratamientos. Los expertos subrayan la necesidad urgente de políticas públicas que aborden la prevención, el tratamiento y la atención de la enfermedad renal crónica, independientemente del estatus de seguro de salud de los afectados.
La enfermedad renal crónica se ha convertido en una epidemia progresiva y significativa en términos de salud pública a nivel mundial. Entre 1990 y 2017, la tasa de mortalidad estandarizada por esta enfermedad aumentó un 2,8%, alcanzando un 15,9% por cada 100,000 personas en 2017. Si esta tendencia persiste, se proyecta que para 2040 la enfermedad renal crónica se posicione como la quinta causa principal de mortalidad a nivel global.
Ante este panorama, los formuladores de políticas y tomadores de decisiones en salud pública enfrentan el desafío de implementar estrategias robustas y equitativas para enfrentar esta epidemia creciente en América Latina.
La enfermedad renal crónica no solo es una crisis de salud, sino también un llamado a la acción para garantizar un acceso justo y adecuado a la atención médica para todos los afectados en la región.
El preocupante panorama se completa con las estadísticas que muestran el bajo acceso a los trasplantes de riñón para los pacientes en toda América Latina. Las estadísticas en la región indican una media de 68,8 trasplantes por millón de personas. Esta cifra es significativamente inferior a la observada, por ejemplo, en Europa Occidental (535,5 trasplantes por millón de personas).
El acceso limitado a especialistas en nefrología representa un desafío significativo para los pacientes latinoamericanos con enfermedad renal crónica. Con un estimado apenas de ocho profesionales por millón de habitantes, muy por debajo de los 20 recomendados, la falta de atención especializada se ha asociado con mayores tasas de mortalidad y resultados desfavorables. Pocos países en la región han implementado políticas públicas efectivas para prevenir y gestionar esta enfermedad, que está estrechamente ligada a factores de riesgo como la hipertensión arterial, la diabetes y la obesidad.
El abordaje de esta patología requiere un enfoque multidisciplinario, que no solo involucre a nefrólogos, sino también a médicos clínicos para el control de los factores de riesgo y mejorar el acceso a la salud. El Dr. Javier Farias, endocrinólogo de la Universidad de Buenos Aires, destaca la importancia de promover cambios dietéticos, fomentar la actividad física y crear entornos urbanos saludables para mitigar el impacto de la enfermedad renal crónica.
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