Aunque el GG1 es común en hombres mayores, no debe considerarse normal. Se recomienda seguir controlando estas anomalías sin necesidad de alarmar a los pacientes con la palabra "cáncer", ya que en muchos casos no se desarrollan en cánceres agresivos.
Un artículo publicado en el Journal of the National Cancer Institute, por Matthew Cooperberg, profesor en los departamentos de Urología, Epidemiología y Bioestadística de la Universidad de California, sugiere que dejar de llamar "cáncer" a ciertos cambios en las primeras etapas del cáncer de próstata podría traer beneficios importantes para los pacientes.
El estudio destaca que el diagnóstico temprano, especialmente en casos como el GG1 (Grupo de Gleason 1), puede estar llevando a un sobrediagnóstico y tratamiento excesivo, lo cual genera una carga psicológica innecesaria en los pacientes.
Durante un simposio internacional, con la participación de expertos de distintos campos y defensores de pacientes, se discutieron varios puntos clave.
Entre ellos, se mencionó que el GG1 es común entre los hombres mayores, algo que se ha confirmado en estudios de autopsia, pero la mayoría de estos cambios no progresan a cánceres agresivos.
El enfoque contemporáneo en la detección está orientado a identificar cánceres más graves, por lo que algunos investigadores sugieren que el GG1 podría considerarse más como un "incidentaloma", es decir, una anomalía que no necesariamente necesita intervención inmediata.
La intención es reducir el impacto emocional del diagnóstico de cáncer en los pacientes y evitar intervenciones innecesarias que podrían tener efectos adversos para la salud.
A pesar de esta propuesta, los expertos enfatizan que, aunque el GG1 no debe verse como una condición normal, los pacientes deben mantener un seguimiento con sus médicos para vigilar cualquier posible progresión.
Una preocupación que surgió en el simposio es que si los médicos dejan de usar la palabra "cáncer", algunos pacientes podrían dejar de monitorear su estado de salud, lo que sería contraproducente.
El principal objetivo, según Cooperberg, es reducir las tasas de mortalidad del cáncer de próstata, mientras se minimizan los riesgos del sobrediagnóstico y el sobretratamiento. "La palabra cáncer ha resonado entre los pacientes durante siglos, asociándose con la metástasis y la mortalidad", explica Cooperberg. "Sin embargo, ahora estamos detectando cambios celulares en la próstata que, aunque son comunes, rara vez se convierten en cánceres agresivos. Es crucial controlar estas anomalías, pero no deberíamos imponer una carga emocional innecesaria si lo que detectamos no tiene el potencial de propagarse o causar la muerte".
Este cambio en la terminología podría ayudar a los pacientes a enfrentar su diagnóstico de manera más manejable, reduciendo el miedo y las intervenciones médicas innecesarias, sin comprometer la calidad de su atención médica.
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