El salubrista Dr. José Vargas Vidot ha sido el protector de los más de 1.2 millones de puertorriqueños que padecen enfermedades crónicas.
Desde que asumió su cargo en el 2016, el Dr. Jose Vargas Vidot marcó un antes y un después al convertirse en el primer senador independiente de Puerto Rico. "Yo estaba abriendo una brecha en la historia, pero no de esta magnitud", comentó.
"Mi idea de ganar no era ganar las elecciones, sino poder lograr, por lo menos, introducirme en la competencia y traer a la mesa los asuntos que debían de traerse", añadió.
La gesta de Vargas Vidot sentó las bases para un panorama electoral más inclusivo y plural. Según él, "ser libre es bien incómodo", pero es un reto que ha asumido con determinación a lo largo de su carrera, tanto en la medicina como en la política.
El Dr. Vargas Vidot, quien ha sido testigo directo de las carencias en el sistema de salud, no olvida de dónde proviene. "Yo vengo de la pobreza, ¿por qué olvidarme de dónde vengo?". Esta sensibilidad lo ha llevado a ver su labor médica no solo como un reto clínico, sino como un compromiso humanitario.
"Desde que me formé como médico, tuve la suerte de estudiar en una universidad donde no solo me enseñaron a tomar signos vitales, sino a preocuparme por el colectivo", comenta. Este enfoque lo ha llevado a destacar en su lucha por una mayor equidad en el acceso a tratamientos y la atención a las comunidades más vulnerables.
Al hablar de la situación actual de la isla, Vargas Vidot no titubea en señalar las grandes desigualdades. "Puerto Rico tiene dos perfiles, el que es visible como si fuera un catálogo de turismo y el que es invisible pero que afecta a más cantidad de personas de lo que se piensa", sostiene.
La realidad de la pobreza infantil, con un índice del 58% durante dos décadas, y el colapso del sistema de salud mental en la isla son temas que le duelen profundamente. "¿Cómo me siento yo como salubrista? Me siento desfalcado espiritualmente", admitió, expresando su frustración por la falta de recursos y soluciones ante problemas tan graves como la adicción y la salud mental.
Para Vargas Vidot, el amor es la fuerza que impulsa su trabajo. "El amor sigue siendo una fuerza transformadora", afirma con convicción. Sin embargo, también recalca que este debe ser practicado hacia uno mismo antes de poder extenderse hacia los demás.
Además de su rol como médico y político, Vargas Vidot ha encontrado en el arte una vía para explorar su vulnerabilidad. "La pintura mía es una admisión de mi fragilidad y de mi vulnerabilidad", confiesa. A través del arte, ha encontrado una manera de procesar su sensibilidad y sus frustraciones ante las injusticias que observa en la sociedad.
Vargas Didot no cesa en su misión de abrir puertas para los demás. "Mis próximos pasos en la política son abrir las puertas que otros cerraron", declaró.
Entre sus prioridades, menciona trabajar con enfermedades catastróficas y eliminar los obstáculos que impiden el acceso a tratamientos médicos adecuados en la isla. Sin embargo, también hace un llamado a la sociedad para que deje de delegar la responsabilidad en otros y asuma un papel activo en la solución de los problemas.
"Yo aspiro profundamente a que las personas decidan no poner vicariamente la carga de resolver problemas en los hombros de otros", concluyó.