El tratamiento de esta condición es completamente personalizado, tomando en cuenta el historial del paciente, comorbilidades y la fase de la enfermedad.
Según la literatura médica, el mieloma múltiple es un cáncer originario en las células plasmáticas. Cuando la enfermedad se desarrolla, este tejido suele acumularse en la médula ósea para, posteriormente, formar tumores en las superficies óseas y desplazarse a las células sanguíneas sanas.
En Puerto Rico, las cifras más recientes corresponden al periodo de 2012 a 2016, donde se reportaron poco más de 1.400 casos de mieloma múltiple, según el Registro Central de Cáncer.
Dada la prevalencia de esta enfermedad, la Revista Medicina y Salud Pública conversó con el Dr. Joel López, hematólogo oncólogo del Hospital Auxilio Mutuo, para conocer las principales generalidades, como síntomas, métodos diagnósticos y alternativas terapéuticas para esta condición.
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Signos asociados al mieloma múltiple
"Podemos encontrar, dependiendo de los órganos que estén afectados, la anemia o baja en hemoglobina, cansancio, fatiga, dolores en los huesos o hinchazón", señaló. "Todos estos síntomas pueden ser señales de que puede haber una proteína anormal, y llevar al diagnóstico del mieloma múltiple".
Adicionalmente, los pacientes pueden experimentar náuseas, estreñimiento, pérdida del apetito, confusión, infecciones, pérdida de peso involuntaria, sed, debilidad y necesidad de orinar con frecuencia.
Aún así, es necesario comprender que, al principio, el mieloma múltiple no necesariamente presenta signos físicos.
Según el Dr. López, ante la sospecha de esta condición, inicialmente, se realizan estudios de sangre y orina para detectar la presencia de las proteínas que producen las células plasmáticas dentro de la médula.
"Con esos laboratorios comenzamos a hacer el análisis para ver si hay presencia de estas proteínas, y luego pasamos a estudios más específicos, como estudios de imágenes, como radiografías sencillas, CT Scan, PET o MRI para evaluar el envolvimiento de algún órgano específico, como los huesos. Eventualmente, hacemos una biopsia a la médula ósea para evaluar la presencia de esas células plasmáticas, que es lo que define el diagnóstico de mieloma múltiple".
El mieloma múltiple se divide en tres etapas, siendo la primera una fase de crecimiento lento, mientras que la tercera es un proceso de empeoramiento rápido.
Como bien se explicaba, el mieloma inicialmente no manifiesta síntomas. Cuando la enfermedad se detecta en esta etapa, suele no necesitar tratamiento de inmediato, pero sí se realiza seguimiento para medir la progresión de la enfermedad.
En otros casos, el tratamiento inicia con medicamentos para aliviar los síntomas, controlar las complicaciones y retrasar el crecimiento de estas células.
En casos más específicos, se puede necesitar terapia dirigida, inmunoterapia, trasplante de médula ósea de tipo autólogo, terapias de CAR-T cells y anticuerpos biespecíficos.
"Lo que hacen los médicos es determinar cuál es el régimen de tratamiento más efectivo para este paciente", señaló. Para esto, "se pueden tomar en consideración distintas cosas, como la condición del paciente, comorbilidades, envolvimiento de los órganos, la presencia de enfermedades renales que prevenga el uso de ciertos agentes, así que no es el mismo tratamiento para todos los pacientes".
Con base en estas características, explica el especialista, se toma una decisión.
"Hay una variedad de tratamientos que se van personalizando para cada paciente".
Como suele suceder con todos los tratamientos farmacológicos, la terapia para esta enfermedad puede generar efectos secundarios en algunos pacientes cuyo proceso de tratamiento, en algunas ocasiones, debe verse interrumpido.
"Hoy en día tenemos terapias dirigidas que van específicamente a tratar de atacar las células del cáncer, afectando lo menos posible las células saludables. Por lo tanto, los efectos secundarios son mucho menores de los que veíamos con quimioterapias tradicionales".
Durante y después del tratamiento, el paciente debe asistir regularmente al consultorio médico para evaluar los órganos afectados, junto con los especialistas asociados, y tener un marcador de cuán controlado está el paciente.
"Esto lo hacemos a través de estudios de la médula ósea, estudios de imágenes y estudios de laboratorio".