Contrario a lo que se pensaba, la IL-5 no promueve directamente la maduración rápida de los eosinófilos, más bien, ralentiza este proceso de maduración, lo que prolonga la vida útil de los eosinófilos inmaduros en la médula ósea.
Investigadores del Laboratorio de Inmunología Celular y Molecular de la Universidad de Lieja han logrado un avance significativo en la comprensión de los eosinófilos, células clave del sistema inmunológico implicadas en diversas enfermedades, incluyendo el asma alérgica y la rinosinusitis. Su estudio detallado, publicado recientemente, revela una nueva perspectiva sobre el desarrollo de los eosinófilos en la médula ósea y el impacto de tratamientos dirigidos.
Los eosinófilos son un tipo de glóbulo blanco (leucocito) perteneciente al sistema inmunológico, caracterizados por sus gránulos citoplasmáticos que se tiñen de rojo intenso con el colorante eosina, de ahí su nombre. Constituyen aproximadamente el 3% de todos los glóbulos blancos en la circulación sanguínea periférica. Estas células desempeñan roles cruciales en la respuesta inmunitaria del cuerpo, particularmente en la defensa contra parásitos multicelulares y en la modulación de reacciones inflamatorias alérgicas.
Funcionalmente, los eosinófilos participan en diversas actividades biológicas que incluyen la regulación del metabolismo de las grasas, la reparación de tejidos dañados, y la defensa contra infecciones bacterianas, virales y fúngicas. Además, están implicados en la respuesta inmunitaria contra ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, su presencia aumentada en la sangre y tejidos, conocida como eosinofilia, puede ser indicativa de enfermedades alérgicas como el asma y la rinosinusitis, así como de condiciones parasitarias y autoinmunes.
La interleucina-5 (IL-5) es una citoquina clave en la regulación de la producción y supervivencia de los eosinófilos. Se ha demostrado que la IL-5 estimula la proliferación de eosinófilos en la médula ósea y su liberación hacia la circulación sanguínea y tejidos periféricos. Esta comprensión ha llevado al desarrollo de tratamientos dirigidos específicamente a bloquear la acción de la IL-5, con el objetivo de reducir la eosinofilia en enfermedades severas asociadas a esta condición.
El equipo liderado por Christophe Desmet y Fabrice Bureau se ha enfocado en investigar el origen de los eosinófilos y la eosinofilia, así como los efectos de los tratamientos dirigidos a estos glóbulos blancos especializados. Tradicionalmente, la comprensión del desarrollo de los eosinófilos en la médula ósea ha sido limitada y rudimentaria. Sin embargo, utilizando avanzadas técnicas de bioinformática y citometría de flujo en colaboración con el Instituto GIGA y el Departamento de Hematología del Hospital Universitario de Lieja, el LCMI ha logrado realizar un detallado mapeo del desarrollo de los eosinófilos en humanos.
Uno de los hallazgos significativos de este estudio es la revisión del papel de la interleucina-5 (IL-5), una citoquina crucial en la regulación de los eosinófilos. Contrario a las creencias previas, el estudio del LCMI ha demostrado que la IL-5 no promueve directamente la maduración rápida de los eosinófilos, como se pensaba anteriormente. Más bien, la IL-5 ralentiza este proceso de maduración, lo que prolonga la vida útil de los eosinófilos inmaduros en la médula ósea. Esta prolongación permite una mayor proliferación y acumulación de eosinófilos en los tejidos, lo cual contribuye a la eosinofilia, un fenómeno asociado comúnmente con enfermedades alérgicas y otros trastornos inflamatorios.
Los tratamientos dirigidos que bloquean la acción de la IL-5, por lo tanto, han mostrado reducir la eosinofilia al interferir con esta amplificación del tránsito de los eosinófilos inmaduros hacia la circulación periférica y los tejidos afectados. Estos hallazgos no solo redefinen el entendimiento sobre la regulación de los eosinófilos, sino que también sugieren nuevas estrategias terapéuticas para tratar enfermedades eosinofílicas graves de manera más efectiva.
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