El diagnóstico de polimialgia se basa en síntomas clínicos y análisis de sangre específicos, mientras que el tratamiento principal es el uso de corticoesteroides como la prednisona para aliviar los síntomas.
La polimialgia reumática es una condición caracterizada por la inflamación del revestimiento de las articulaciones, resultando en dolor intenso y rigidez en áreas clave como el cuello, hombros, espalda y caderas. Aunque su causa exacta sigue siendo desconocida, afecta predominantemente a personas mayores de 55 años, siendo más común en mujeres que en hombres.
Además, se ha observado una asociación significativa entre la polimialgia reumática y la arteritis de células gigantes (también conocida como arteritis temporal), una enfermedad inflamatoria de los vasos sanguíneos grandes que puede afectar a los mismos grupos de edad.
Los síntomas pueden aparecer gradual o repentinamente, con dolor y rigidez más notorios por las mañanas o después de periodos de inactividad. Esto puede dificultar las actividades diarias y provocar debilidad general, aunque los músculos no se ven debilitados. Algunas personas también experimentan fiebre, malestar y pérdida involuntaria de peso.
El diagnóstico se basa en síntomas clínicos y análisis de sangre específicos, como la velocidad de sedimentación globular (VSG) y la proteína C-reactiva (PCR), que suelen estar elevados en casos de inflamación activa. Las pruebas también incluyen un hemograma completo para detectar anemia y otros marcadores que descartan condiciones como la artritis reumatoide.
El tratamiento principal implica el uso de prednisona, un corticoesteroide que alivia significativamente los síntomas. En casos concurrentes con arteritis de células gigantes, se administra una dosis más alta para reducir el riesgo de complicaciones como la ceguera. A medida que los síntomas mejoran, se reduce gradualmente la dosis de prednisona hasta alcanzar el mínimo necesario, aunque algunos pacientes pueden requerir tratamiento a largo plazo.
La mayoría de las personas con PMR responden bien al tratamiento con corticoesteroides y experimentan una mejora significativa en los síntomas. Sin embargo, la duración del tratamiento puede variar, y algunos pacientes pueden requerir dosis bajas de mantenimiento durante años para prevenir recaídas.
La calidad de vida puede verse afectada temporalmente, debido a los efectos secundarios de los medicamentos y la limitación de la actividad física, pero con un manejo adecuado, muchos pacientes logran llevar una vida activa y funcional.
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