Una de las misiones de la experta, es la de poder crear un cambio, educar e impactar positivamente a los jóvenes puertorriqueños.
"Ha sido retante mi regreso de Estados Unidos a Puerto Rico. Nuestro sistema de salud puede ser desafiante desde el punto de vista de las barreras de acceso a ciertos tratamientos como el de la hepatitis C que, afortunadamente, se ha ido liberando y las restricciones han sido cada vez menos en cuanto a los beneficios del paciente", reconoció, la Dra. Bárbara Rosado, gastroenteróloga, quien indicó que en un "principio, conseguir las terapias de ciertas poblaciones era difícil y estas barreras se han ido eliminando".
La Dra. Rosado explico que este virus usualmente se contagia con el contacto de sangre contaminada, el uso de drogas o por la vía intranasal, hoy día es el factor de riesgo número uno.
"La mayoría de los pacientes es asintomático y para identificar si la persona tiene el virus se debe realizar una prueba hepática o verificar si en el historial se puede identificar algún factor de riesgo de la infección", explicó la Dra. Rosado.
Esta enfermedad tiene una predominancia en Puerto Rico del 2,3% de la población general, cifra más alta en territorio estadounidense (cifra tomada del Departamento de Salud de Puerto Rico), aunque se cuenta con variedad de tratamientos, su detección es compleja pues escasean los síntomas.
"Esta es una enfermedad que ha evolucionado de manera dramática en las últimas 2 o 3 décadas, tenemos tratamientos hoy en día antivirales que pueden curar el virus en más de un 95% de los casos en diversas poblaciones de pacientes", asegura la gastroenteróloga.
Tratamiento necesario
La especialista indica que el tratamiento contra la hepatitis C debe ser una prioridad, no obstante, deben de tenerse alumnos punto de vista y factores que pueden intervenir en la recuperación del paciente, una evaluación previa es necesaria para dar inicio con las terapias.
Todo paciente que esté infectado con el virus de la hepatitis C debe ser tratado, que la única contraindicación es que el paciente tenga una expectativa de vida baja o otras condiciones como un cáncer terminal, metástasis, así que todo paciente infectado debe tener la opción de un tratamiento" explica la doctora.
Gracias a una formación completa en medicina, la Dra. Bárbara Rosado actualmente es gastroenteróloga con subespecialidad en trasplante hepático. Inició sus estudios en la Universidad de Puerto Rico, donde cursó el bachillerato en biología, para luego entrar a la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas.
"Entré al programa de Medicina Interna del Recinto de Ciencias Médicas, e hice un año adicional como chief president. Más adelante, tuve la oportunidad de entrar a uno de los centros más reconocidos de Estados Unidos, la Clínica Mayo, en Minnesota, donde realicé mis estudios en gastroenterología y completé un año adicional en hepatología y trasplante de hígado", añadió. "Luego, regreso a Puerto Rico, y me uno a la facultad de la Escuela de Medicina de Ponce, siendo catedrática asociada en esa institución, y es cuando establezco mi práctica en Ponce".
La doctora Rosado recuerda que, durante sus años en la Escuela de Medicina, tuvo grandes mentores, como la Dra. Esther Torres, quien fue un pilar importante en su carrera profesional.
"Una de las razones por las que escogí la medicina interna, es porque es una rama que me permitía establecer un diagnóstico diferencial a los pacientes. Estando ya en medicina interna, me di cuenta de que la gastroenterología era el área que me apasionaba, ya que podía hacer diagnósticos e intervenciones tempranas, como el cernimiento para cáncer colorrectal y disminuir la mortalidad desde ese punto de vista. También, hay muchas enfermedades asociadas a la mujer como el Síndrome de Colon Irritable, hepatitis autoinmunes, entre otros".
Durante su residencia en esta área de la medicina, la especialista se percató de la alta demanda de pacientes que requerían la asistencia de un hepatólogo, pues llegaban muchas personas con enfermedad crónica avanzada y, según relata la experta, Puerto Rico no contaba con un centro de trasplante y tampoco tenía los recursos humanos especializados, por lo que se dio a la tarea de continuar sus estudios de gastroenterología
Para la Dra. Rosado, la comunicación con sus pacientes es fundamental en el tratamiento. Foto: Revista de Medicina y Salud Pública. Fabiola Plaza.
Tras el regreso de la doctora Rosado a la isla, junto con otros especialistas del área, se dieron a la tarea de desarrollar colaboraciones con otras instituciones de Estados Unidos, como la Universidad de Tennessee y la Clínica Ochsner, con el objetivo de brindar al paciente la oportunidad de recibir un trasplante en Puerto Rico aún sin tener un centro especializado donde se realizara.
"En el 2005, cuando regresé a Puerto Rico, yo no tenía privilegios en el Hospital Damas, pero aún así me llamaron para que por favor viera una paciente que estaba muy enferma. Era una joven que había desarrollado fallo hepático fulminante no asociado a ninguna infección viral, entendimos que era algo autoinmune y se pudo lograr transportar vía ambulancia aérea en aquel momento a la Clínica Mayo, en Florida. Hoy día, esa paciente está bien, está viva, tiene una vida útil, ha visto crecer a sus hijos y 17 años más tarde sigue siendo mi paciente", relató. "Ha sido un reto, pero también un logro muy grande".
Lucha femenina por la igualdad de género en la medicina
Afortunadamente, se ha ido acortando la brecha diferencial entre la participación de hombres y mujeres en determinadas ramas: "vemos que las mujeres han ido rebasando barreras, creando puentes y abriendo puertas".
"Cuando yo estaba en la Clínica Mayo, contábamos con 85 consultores en la unidad de gastroenterología, de los cuales, solamente 2 eran mujeres. Entre nosotros, también éramos solo 2 mujeres y los demás eran hombres", recordó. "Yo creo que el hecho de que las mujeres estemos abriéndonos paso en ramas que han sido dominadas por hombres y que lo estemos haciendo tan bien, ha permitido que cada vez veamos más mujeres empoderadas que tienen múltiples roles en su vida, ocupando importantes posiciones de liderazgo".
Asimismo, la experta resalta que es importante para ella hacerle entender a sus estudiantes y a la sociedad, a través de la educación, que un médico no debe perder su rol humano al ser mamá, esposa, hija y profesional, y poder dar ejemplo de la construcción de ese balance para que sientan que sí se puede hacer todo, y se puede hacer bien.
"Siempre ha existido la idea de que no podemos hacer todo bien, o que si eres un buen profesional, pues quizás no estás presente en la vida de tus hijos. Esos son estigmas que hay que remover".
"Cuando esa persona sale de mi oficina con una sonrisa, es extremadamente gratificante y no hay palabras ni nada material que lo pueda reemplazar". Foto: Revista de Medicina y Salud Pública. Fabiola Plaza.
Empatía y escucha activa: principales roles del médico tratante
Para la gastroenteróloga, una de las satisfacciones más grandes es lograr que el paciente que entra a su consultorio, se sienta atendido, escuchado y respetado. "No solo debemos enfocarnos en tratar o curar, porque no siempre podremos hacerlo, pero sí podemos sanar y escuchar", enfatizó.
Dentro de los roles que tiene un médico, no se limitan solamente al diagnóstico, manejo y tratamiento de las enfermedades; por el contrario, el papel de un médico debe trascender y convertirse en educador con sus pacientes.
"Por mi parte, una de las cosas que me apasiona es el contribuir a la formación de los médicos del futuro, así que, una de las cosas que yo deseaba cuando tomé la decisión de regresar a Puerto Rico, fue formar parte de una facultad médica o una escuela de medicina donde pudiera ayudar a la formación de futuros colegas, estudiantes y residentes".
Medicina a la vanguardia para el beneficio de los pacientes
La doctora Rosado enfatizó en la importancia de que los médicos continúen su proceso de educación para estar actualizados sobre las principales necesidades de la población general, los avances en la ciencia y en la tecnología.
"La medicina no es estática, es cambiante y por eso los médicos debemos continuar ese proceso de educación para poder brindarle a los pacientes la mejor calidad de servicio posible", aseveró.
Otra de las facetas a las que se ha dedicado la experta, ha sido la de investigación. Esto le ha permitido participar en estudios importantes que han contribuido de forma positiva en la evolución del tratamiento contra la hepatitis C y otras condiciones.
"Los médicos debemos tener un apetito para contribuir en los avances de la ciencia; es algo que ojalá pudiéramos incorporar un poco y a lo que deberíamos dedicarle tiempo para podernos desarrollar, pues nos ayuda a crear los cambios necesarios y a ofrecer mejores herramientas, al tiempo en que entendemos mejor a nuestra población".
Durante su estancia en la Clínica Mayo, siempre tuvo en mente regresar a su país y brindar un servicio especializado y de alta calidad. Foto: Revista de Medicina y Salud Pública. Fabiola Plaza.
La familia, su principal motor
Como bien mencionaba la gastroenteróloga, poder mantener un balance adecuado entre su profesión y su vida personal ha sido un desafío para ella. Sin embargo, asegura que con la ayuda de su esposo, el Dr. Francisco Torres, el proceso ha sido más llevadero y posible en todos sus años juntos.
"Tengo dos hijos fabulosos, uno se gradúa de cuarto año y mi hija va para undécimo grado, y esa parte de educarlos, para que sean seres humanos de bien, y de provecho para la sociedad, también ha sido una de mis grandes tareas".
Por otra parte, su padre, de quien aún cuida, ha sido un eje central a lo largo de su carrera de medicina, pues asegura que de él aprendió importantes valores que, hoy en día, rigen su vida.
"Mi padre siempre me decía, ´no voy a poder dejarte una herencia, pero lo más importante que te voy a poder dejar es la educación´. Desde los 5 años yo jugaba con estetoscopios y él me lo decía y lo tengo internalizado y es algo que también le trato de impartir a mis hijos y creo que, entre sociedad, es fundamental que nuestros niños y jóvenes se eduquen para poder tener un país mejor", concluyó la doctora Bárbara Rosado.