La aterosclerosis puede aparecer como respuesta al tabaquismo, la diabetes, la hipertensión, los niveles altos de colesterol, la obesidad y al sedentarismo.
La enfermedad arterial periférica (EAP) es una causa principal de isquemia crónica, que puede llevar a la pérdida de extremidades, problemas de movilidad e infecciones. Además, la EAP está asociada con un mayor riesgo de infarto de miocardio y accidente cerebrovascular debido a que su principal causa es la aterosclerosis sistémica.
En muchos pacientes, esta condición no presenta síntomas, pero en quienes sí, suelen experimentar dolor, entumecimiento, molestia o pesadez en los músculos de las piernas, pulso débil o ausente en las extremidades inferiores, heridas, úlceras o llagas que tardan en sanar o no sanan, cambios en el color de la piel (tono azulado), crecimiento débil de las uñas de los pies o del vello, entre otros.
"En las piernas, por ejemplo, la sangre no va a llegar bien a la sangre distal de la pierna y los pacientes tienden a tener los tobillos y las pantorrillas frías, pero sobre todo desarrollan claudicación (necesidad de descanso por dolor en la zona afectada)", mencionó el Dr. Juan Nieves, cardiólogo especialista en fallo cardíaco desde el pasado congreso puertorriqueño de cardiología, en exclusiva para la Revista Medicina y Salud Pública.
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La EAP surge cuando las arterias encargadas de la irrigación de sangre a las extremidades se estrechan o se bloquean, y la causa principal es la acumulación de placas de grasa, colesterol y otras sustancias en las paredes (aterosclerosis).
Dentro de los principales factores de riesgo de esta afección, se encuentra el tabaquismo, la diabetes, la hipertensión, los niveles altos de colesterol, la obesidad, el sedentarismo así como el historial familiar y la edad.
"Fumar es un factor de riesgo para el desarrollo de enfermedad periférica arterial, porque no solamente acelera el proceso de formación de placas ateroscleróticas, sino que también provoca disfunción en la vasodilatación de los vasos sanguíneos".
Los especialistas suelen diagnosticar la enfermedad a través de un examen físico y pruebas de sangre (para medir niveles de colesterol, triglicéridos o diabetes), ecografías de las piernas o los pies (para medir el flujo de sangre a través de los vasos sanguíneos), angiografías (para buscar obstrucciones en las arterias), o el índice tobillo-brazo (para comparar la presión arterial del brazo con la del tobillo).
"Tenemos que confirmar el diagnóstico, y lo hacemos a través de medidas no invasivas, como un ankle brachial index, un sonograma, o invasivas, como las angiografías periféricas".
Según la literatura médica, esta prueba no invasiva puede ser útil para las personas que refieren dolor en las piernas al caminar, así como para aquellas que tienen factores de riesgo importantes para enfermedad arterial periférica.
De los resultados obtenidos, los especialistas pueden inferir si hay obstrucción, el grado de la misma, o si hay enfermedad arterial periférica.
Sin obstrucción (1,0 a 1,4)
Si el resultado se encuentra en este rango, lo más probable es que no haya riesgo de obstrucción del flujo sanguíneo, y por ende no hay indicios de enfermedad arterial periférica. Sin embargo, en caso de que el paciente presente los síntomas de EAP anteriormente mencionados, se puede optar por una prueba de índice tobillo-brazo con ejercicio.
Obstrucción límite (0,90 a 0,99)
Un resultado entre este rango indica una etapa temprana de enfermedad arterial periférica, en la que el bloqueo de las arterias no ha progresado lo suficiente como para causar síntomas evidentes, aunque sí pueden experimentar una leve disminución en la capacidad para realizar actividades físicas.
Enfermedad arterial periférica (menos 0,90)
Si el resultado se encuentra entre 0,40 a 0,90, es sinónimo de una EAP significativa, con posibles síntomas de claudicación intermitente, o dolor al caminar. Si el resultado se encuentra en un rango menor, puede ser sinónimo de una obstrucción severa, con alto riesgo de dolor durante el reposo, úlceras o gangrena.
"Es importante entender que esto es una condición como la diabetes o la presión alta, y hay que tratarlas, y lo importante es disminuir riesgos", concluyó el especialista. "Si seguimos teniendo el azúcar descontrolada, el colesterol alto, si seguimos fumando, si no hacemos ejercicio, y no tengo estilos de vida saludables, pero sobre todo, si no vamos con el médico, no seguimos las recomendaciones de los especialistas, el riesgo de que esta condición pueda seguir progresando y pueda generar complicaciones mayores a largo plazo, aumenta".