La tuberculosis tiroidea suele parecerse al bocio tóxico o a la tiroiditis aguda.
Una mujer de 60 años acudió al centro médico por una masa en el cuello de 6 años de duración, que había aumentado en tamaño recientemente. A pesar de haber sido tratada con antibióticos anteriormente, su condición no había mejorado.
Presentaba fiebre intermitente de bajo grado, pérdida de peso no cuantificada y sudoración nocturna, pero no tenía antecedentes de tos ni problemas sistémicos significativos.
En la exploración física, se observó una masa multinodular en el lóbulo izquierdo de la tiroides sin linfadenopatías. Las pruebas de laboratorio, incluyendo hemograma, velocidad de sedimentación globular (VSG) y función renal y hepática, no mostraron anomalías significativas, excepto una VSG elevada.
El GeneXpert detectó la presencia de Mycobacterium tuberculosis en una muestra de pus. Una ecografía del cuello reveló abscesos en el lóbulo izquierdo de la tiroides, y la citología por aspiración con aguja fina (PAAF) mostró necrosis caseosa.
Con estos hallazgos, se diagnosticó tuberculosis tiroidea. La paciente fue tratada con el régimen antituberculoso estándar de Etiopía y piridoxina, sin presentar efectos adversos significativos.
Durante el seguimiento, la paciente mostró una evolución favorable. Al finalizar el tratamiento, una ecografía de control mostró un bocio multinodular sin abscesos. La paciente completó su tratamiento antituberculoso y se encuentra bien actualmente.
La infección por este virus es la segunda causa infecciosa más frecuente de muerte en adultos en todo el mundo. La capacidad de este organismo para establecer eficazmente una infección latente le ha permitido propagarse a casi un tercio de los individuos de todo el mundo.
Esta bacteria suele atacar los pulmones, pero las bacterias de la tuberculosis pueden atacar cualquier parte del cuerpo, como el riñón, la columna vertebral y el cerebro. Existen dos afecciones relacionadas con la tuberculosis: la infección tuberculosa latente y la enfermedad tuberculosa.
En personas con tuberculosis latente, las bacterias pueden vivir en el organismo sin enfermar; el organismo de estos pacientes es capaz de combatir la infección para impedir que crezca, por lo tanto no presentan síntomas, no se sienten enfermas y no transmiten las bacterias a otras personas.
La tuberculosis puede afectar, prácticamente, a cualquier órgano o tejido del cuerpo. Las localizaciones no pulmonares tienden a ser más frecuentes entre los niños y las personas con inmunidad alterada.
La tuberculosis de la glándula tiroides es poco frecuente, y la afectación primaria de la tiroides es aún más rara. El curso clínico de la enfermedad puede parecerse al bocio tóxico o a la tiroiditis aguda o seguir un patrón de crecimiento subagudo o crónico sin sintomatología específica.
La presencia de granulomas necrotizantes de células epitelioides junto con células gigantes tipo Langhans son el sello distintivo de la tuberculosis tiroidea. La demostración de bacilos ácido-alcohol resistentes mediante tinción de Ziehl-Neelsen confirma el diagnóstico, pero esta tinción es frecuentemente negativa en secciones de tejido.
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