Los investigadores sugieren que la irregularidad en el sueño puede afectar la regulación de la glucosa y la insulina, lo que podría explicar el mayor riesgo de diabetes.
Un reciente estudio dirigido por investigadores del Brigham and Women's Hospital, miembro del sistema de atención médica Mass General Brigham, ha revelado una conexión preocupante entre las duraciones irregulares del sueño y un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Publicado en la revista Diabetes Care, el estudio analizó patrones de sueño a lo largo de una semana y realizó un seguimiento de los participantes durante más de siete años, descubriendo que los adultos de mediana edad y mayores con horarios de sueño inconsistentes presentaban un riesgo significativamente mayor de desarrollar diabetes en comparación con aquellos que mantenían patrones de sueño regulares.
El equipo de investigación, dirigido por la Dra. Sina Kianersi, investigadora de la División Channing de Medicina en Red del Brigham and Women's Hospital, encontró que las personas con los patrones de sueño irregulares más pronunciados tenían un riesgo de diabetes un 34% mayor que sus contrapartes con patrones de sueño más consistentes. "Nuestro estudio identificó un factor modificable del estilo de vida que puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2", afirmó Kianersi. "Nuestros hallazgos subrayan la importancia de unos patrones de sueño constantes como estrategia para reducir la diabetes tipo 2".
La diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica que afecta a cerca de 500 millones de personas en todo el mundo, siendo una de las principales causas de muerte y discapacidad. Se estima que el número de personas con diabetes tipo 2 aumentará más del doble, alcanzando los 1300 millones en 2050. Este alarmante incremento destaca la urgencia de desarrollar estrategias innovadoras para la prevención de la diabetes.
El estudio utilizó datos de acelerometría de más de 84,000 participantes del UK Biobank Study para investigar la posible asociación entre la irregularidad del sueño y la diabetes tipo 2. Los participantes, con una edad media de 62 años (57% mujeres, 97% blancos), inicialmente no tenían diabetes y llevaron acelerómetros durante siete noches para monitorear sus patrones de sueño. Durante aproximadamente 7.5 años de seguimiento, los investigadores rastrearon el desarrollo de la diabetes principalmente a través de registros médicos.
El objetivo del estudio era investigar dos preguntas clave: si las duraciones irregulares del sueño pueden promover el desarrollo de la diabetes a través de la alteración circadiana y las alteraciones del sueño, y si esta asociación varía según las predisposiciones genéticas a la diabetes. Los resultados mostraron que las duraciones irregulares del sueño estaban asociadas con un mayor riesgo de diabetes, incluso después de ajustar por una amplia gama de factores de riesgo. Esta asociación fue más pronunciada en individuos con una duración de sueño más prolongada y una menor predisposición genética a la diabetes.
El estudio reveló que, en comparación con los participantes con patrones de sueño regulares, aquellos con sueño irregular (donde la duración del sueño diario variaba en más de 60 minutos en promedio) tenían un riesgo 34% mayor de desarrollar diabetes. Este riesgo persistió incluso después de considerar el estilo de vida, comorbilidades, antecedentes familiares de diabetes y factores de obesidad.
Los investigadores sugieren que las duraciones irregulares del sueño pueden promover el desarrollo de la diabetes a través de la alteración del ritmo circadiano y las interrupciones en la calidad del sueño. "La irregularidad en los patrones de sueño puede afectar la regulación de la glucosa y la insulina, lo que podría explicar el mayor riesgo de diabetes observado en nuestro estudio", explicó Kianersi. "Además, la falta de sueño de calidad puede aumentar el estrés y la inflamación en el cuerpo, factores que también pueden contribuir al desarrollo de la diabetes".
El estudio también reconoció algunas limitaciones. La información sobre el estilo de vida utilizada en la investigación se recopiló hasta cinco años antes del estudio con el acelerómetro, lo que podría afectar la precisión de los resultados. Además, la evaluación de la duración del sueño basada en siete días podría no reflejar los patrones de sueño a largo plazo. Los participantes del estudio, en su mayoría sanos, mayores y blancos, podrían no representar los resultados para poblaciones más diversas.
Futuros estudios
Los investigadores planean ampliar el estudio a grupos de edad más jóvenes y diversos orígenes raciales, y explorar las razones biológicas por las que la irregularidad del sueño aumenta el riesgo de diabetes. "Nuestros hallazgos tienen el potencial de mejorar la prevención de la diabetes en múltiples niveles", afirmó Kianersi. "Desde el punto de vista clínico, podrían servir de base para una mejor atención y planes de tratamiento para los pacientes. Las directrices de salud pública podrían promover patrones de sueño regulares. Sin embargo, se necesita más investigación para comprender plenamente el mecanismo y confirmar los resultados en otras poblaciones".
La investigación resalta la importancia de mantener patrones de sueño consistentes no solo para la salud general, sino también como una estrategia crucial en la prevención de la diabetes tipo 2, una enfermedad que afecta a millones de personas en todo el mundo y cuyo número sigue en aumento. Los investigadores instan a las personas a prestar atención a sus hábitos de sueño y a considerar el impacto que tienen en su salud general y en la prevención de enfermedades crónicas como la diabetes.
Fuente consultada aquí.