La detección oportuna de esta enfermedad es vital para preservar el correcto funcionamiento del hígado.
La Hepatitis C es una enfermedad viral que ha captado la atención de las autoridades sanitarias debido a su capacidad de permanecer asintomática durante largos períodos. Por lo tanto, la detección temprana es crucial para iniciar un tratamiento oportuno y efectivo, lo cual puede prevenir daños hepáticos severos y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
En los últimos meses, los especialistas han hecho un llamado a la población civil para que pueda someterse con regularidad a chequeos de control, especialmente aquellos con un mayor riesgo de haber contraído la enfermedad sin saberlo.
Además, resaltan que dada la naturaleza silenciosa de la Hepatitis C, la condición puede pasar desapercibida hasta el momento en que se presentan complicaciones graves.
Según ha informado la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE) y otros expertos, las personas nacidas entre 1945 y 1975 deberían considerar hacerse un chequeo para la Hepatitis C.
Lo cierto es que, durante estas décadas, la infección por este virus era más común debido a prácticas médicas con menos rigurosidad sanitaria. Aún así, es importante recordar que la Hepatitis C se puede desarrollar a través del contacto con sangre contaminada, ya sea a través de transfusiones, uso compartido de agujas y prácticas médicas no seguras.
Los síntomas de la Hepatitis C, cuando se presentan, pueden incluir fatiga extrema, dolor abdominal, ictericia y cambios en el color de la orina y las heces. Sin embargo, muchas personas pueden no mostrar síntomas hasta que la enfermedad ha avanzado significativamente.
Afortunadamente, los avances en la medicina han hecho que la Hepatitis C sea tratable y, en muchos casos, curable. Los antivirales de acción directa (AAD) son los tratamientos más comunes y efectivos, capaces de eliminar el virus en la mayoría de los casos.
Estos medicamentos se administran en forma de pastillas y el tratamiento suele durar entre 8 y 12 semanas. Los AAD son generalmente bien tolerados y tienen pocos efectos secundarios.
Además, el tratamiento temprano de la Hepatitis C puede prevenir complicaciones graves, como la cirrosis hepática y el cáncer de hígado. Es fundamental que las personas diagnosticadas reciban tratamiento lo antes posible para evitar daños irreversibles en el hígado.
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