Un hallazgo en peces reaviva el debate sobre el microbioma cerebral y su posible vínculo con enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer.
La idea de que el cerebro humano podría albergar su propio microbioma ha generado un intenso debate en la comunidad científica. Tradicionalmente, se ha considerado que el sistema nervioso central es un ambiente estéril, protegido por la barrera hematoencefálica, una estructura que impide el paso de patógenos y sustancias dañinas desde la sangre.
Sin embargo, recientes estudios han detectado la presencia de material genético bacteriano en cerebros humanos, lo que ha llevado a algunos investigadores a preguntarse si el cerebro podría, en realidad, albergar comunidades microbianas.
Este debate no solo tiene implicaciones para la biología fundamental del cerebro, sino que podría abrir nuevas perspectivas sobre enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer. Si se confirmara la existencia de un microbioma cerebral, la interacción entre el sistema inmunológico y estas bacterias podría desempeñar un papel clave en la aparición y progresión de enfermedades del sistema nervioso.
El estudio más reciente en esta línea de investigación proviene de la inmunóloga Irene Salinas, de la Universidad de Nuevo México, quien buscaba bacterias en el cerebro de peces sanos. Su equipo encontró que tanto en salmones como en truchas existen comunidades bacterianas en el bulbo olfatorio y en el cerebro, lo que sugiere que estos microorganismos podrían formar parte del entorno natural del sistema nervioso de estos animales.
Los hallazgos fueron publicados en Science Advances y recibidos con gran interés, ya que representan la primera evidencia sólida de un microbioma cerebral en peces.
Pero la extrapolación de estos resultados a los seres humanos ha generado una fuerte oposición dentro de la comunidad científica. La posibilidad de que existan microbios en el cerebro humano sigue siendo un tema controvertido, y muchos expertos consideran que los resultados podrían explicarse por contaminación en las muestras o infiltraciones transitorias de bacterias.
A pesar de los hallazgos en peces, muchos investigadores siguen defendiendo la idea de que el cerebro humano es un ambiente estéril. Uno de los principales críticos es Mark Pallen, microbiólogo del Quadram Institute en el Reino Unido, quien rechaza la hipótesis de un microbioma cerebral tanto en peces como en humanos.
"El peso de la opinión experta en microbiología médica rechaza la existencia de un ´microbioma cerebral´ en el sentido de una comunidad microbiana residente en cerebros humanos sanos", afirmó Pallen en una carta publicada en The Guardian. Según él, los estudios que han detectado material genético bacteriano en el cerebro podrían deberse a contaminación ambiental o problemas en las técnicas de análisis.
Esta postura también ha sido respaldada por otros científicos, quienes advierten que la detección de bacterias en el cerebro no implica necesariamente que formen parte de un microbioma estable. Estudios previos han encontrado ADN bacteriano en cerebros humanos, pero muchos de estos trabajos han sido criticados por falta de revisión rigurosa y posibles errores metodológicos.
Más allá del debate sobre la existencia de un microbioma cerebral, en los últimos años ha cobrado fuerza la hipótesis de que ciertas enfermedades neurodegenerativas podrían estar relacionadas con infecciones. En cerebros de pacientes con alzhéimer se han detectado microorganismos, incluyendo bacterias asociadas a la neumonía, la enfermedad periodontal y la úlcera gástrica, así como virus como el herpes.
Una reciente revisión de estudios, que analizó datos de 130 millones de personas, encontró que el uso de antibióticos, antivirales y vacunas estaba asociado con una reducción en el riesgo de desarrollar demencia, lo que apoya la hipótesis infecciosa.
Sin embargo, los expertos advierten que la presencia de microbios en cerebros enfermos no implica necesariamente que exista un microbioma en cerebros sanos. "A medida que envejecemos, la barrera hematoencefálica se debilita, lo que podría permitir la entrada de bacterias al sistema nervioso central", explicó Christopher Link, investigador de la Universidad de Colorado. "Esto no significa que formen parte de un microbioma normal, sino que podrían ser una consecuencia de la enfermedad y del envejecimiento", añadió.
Otro problema que enfrentan los investigadores es la dificultad para establecer una relación causal entre la presencia de microorganismos y el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas. ¿Son estos microbios responsables de la enfermedad o simplemente aprovechan el daño cerebral para colonizar el tejido?
El debate sobre el microbioma cerebral está lejos de resolverse. Mientras algunos científicos consideran que los hallazgos recientes sugieren la posibilidad de una relación simbiótica entre bacterias y el cerebro, otros insisten en que aún no hay pruebas concluyentes para afirmar que el sistema nervioso central alberga comunidades microbianas estables.
El estudio de Irene Salinas en peces ha abierto nuevas preguntas sobre la relación entre el cerebro y los microorganismos, pero su relevancia para la biología humana sigue siendo incierta. "Este es un tema muy debatido, así que siempre va a haber gente escéptica", reconoce la inmunóloga.
Por ahora, la existencia de un microbioma cerebral en humanos sigue siendo una incógnita. Pero si futuras investigaciones logran demostrar que ciertas bacterias pueden vivir en el cerebro sin causar daño, podríamos estar ante un cambio de paradigma en la comprensión del sistema nervioso y su relación con los microorganismos.