Este estudio, revela que factores de crecimiento como Kitl e Igf1, producidos por células estromales mesenquimales, influyen en la función de estas células madre.
La médula ósea, esa sustancia gelatinosa y grasa dentro de nuestros huesos, es un motor silencioso que produce 500 mil millones de nuevas células sanguíneas cada día. Este proceso es impulsado por las células madre hematopoyéticas, que generan todos los tipos de células sanguíneas en nuestro cuerpo y se regeneran a sí mismas para mantener en funcionamiento la línea de producción de sangre.
Sin embargo, al igual que cualquier sistema complejo, las células madre hematopoyéticas pierden funcionalidad a medida que envejecen, aumentando el riesgo de enfermedades graves, incluidos los cánceres de sangre.
El riesgo de desarrollar enfermedades asociadas con el envejecimiento varía entre los individuos. Sin embargo, sorprendentemente, se sabe poco sobre si las células madre hematopoyéticas envejecen de manera diferente entre diferentes personas.
"Si tomas una habitación llena de personas de 50 años, algunos tendrán el cabello completamente canoso, otros tendrán una mezcla de canas y color natural, y algunos no tendrán canas en absoluto", dice Jennifer Trowbridge, presidenta de la cátedra Dattels Family Endowed y profesora en el Laboratorio Jackson. "Lógicamente, esperarías ver el mismo tipo de variación en la función de las células madre hematopoyéticas, pero hasta ahora, nadie había estudiado esto directamente".
Debido a que estas células madre son tan raras, los investigadores suelen agrupar todas estas células para estudiarlas en conjunto. Sin embargo, en un artículo publicado en la revista Blood, Trowbridge y sus colegas estudiaron las células madre hematopoyéticas a nivel de una sola célula en nueve ratones de mediana edad, genéticamente idénticos, ofreciendo la primera mirada detallada a cómo los cambios sutiles en el microambiente de la médula ósea envejecen las células madre hematopoyéticas de manera diferente en ratones individuales.
Trowbridge y su equipo encontraron que, a pesar de que los ratones tenían la misma edad, las células madre hematopoyéticas en la médula ósea de estos ratones envejecieron de manera diferente. Además, el equipo pudo predecir la función de las células madre hematopoyéticas basándose en la actividad de dos factores de crecimiento que también están presentes en los humanos.
Estos dos factores de crecimiento, Kitl e Igf1, son producidos por células estromales mesenquimales (MSC) que rodean las células madre en el microambiente de la médula ósea. Al perfilar el transcriptoma de ARN en estas MSC en ratones individuales, Trowbridge descubrió que la disminución de estos factores de crecimiento correlaciona con programas moleculares asociados con la edad en las células madre hematopoyéticas.
"La cantidad de factores de crecimiento que se producen correlaciona directamente con la disminución de la función de las células madre, y encontramos una variación notablemente mayor en las células madre hematopoyéticas que en otras células de la médula ósea", dice Trowbridge. "Esto es realmente una instantánea del proceso de envejecimiento en acción, a nivel celular".
En humanos, que son genéticamente diversos y tienen estilos de vida variados, las variaciones en el envejecimiento de las células madre hematopoyéticas probablemente sean aún mayores que en los modelos animales controlados. Aunque el estudio actual no exploró si el envejecimiento celular de las células madre desencadena directamente resultados adversos para la salud, es probable que tales variaciones jueguen un papel en una amplia gama de resultados de salud tanto para ratones como para humanos.
Los próximos pasos incluyen examinar más a fondo cómo estas variaciones en el envejecimiento de las células madre hematopoyéticas afectan la salud a largo plazo y explorar posibles intervenciones para mitigar los efectos del envejecimiento en estas células críticas.