El agua convertida en sangre, la muerte del ganado, la convivencia prolongada con mosquitos y las úlceras abiertas pudieron ser potenciales focos infecciosos de los habitantes.
Según el libro del Antiguo Testamento de la Biblia, Dios envió 10 plagas a los egipcios para que el faraón dejara marchar a los hebreos a Israel a través del desierto.
Sin embargo, la ciencia explica que, dada la naturaleza de estos sucesos, pudieron ser factores desencadenantes de múltiples enfermedades en la época.
El relato del Éxodo describe cómo Moisés, al golpear el río Nilo con su bastón, provocó que sus aguas se convirtieran en sangre. De manera simultánea, su hermano Aarón desencadenó un fenómeno similar en los canales y estanques de toda la región.
A lo largo de la historia, varios científicos han sugerido que una plaga de algas tóxicas rojas, como la oscillatoria rubescens, podría haber sido responsable de este fenómeno. Conocido como "marea roja", este evento ocurre tanto en océanos como en agua dulce.
Se especula que el aumento de las temperaturas pudo haber causado la sequedad del río Nilo, convirtiéndolo en un cauce lento de fango durante 7 días. Debido a la densidad del líquido y la presencia de algas, la gente pudo haber interpretado erróneamente el agua como sangre.
La segunda plaga que lanzó Moisés sobre Egipto, fue la ´lluvia de ranas´. Las Sagradas Escrituras relatan la aparición de cantidades enormes de estos anfibios por toda la región, invadiendo casas, y los aposentos del palacio.
Cuando las ranas ya se encontraban por todo el territorio, el faraón suplicó a Moisés y Aaron que intercedieran por él y los ciudadanos ante Dios. Cuando se consumó la oración y las ranas murieron, los egipcios las acumularon y eso produjo una peste.
Posteriormente, y con la llegada de las plagas de insectos, como los piojos, moscas, langostas y saltamontes, es probable que hubiese un alza en los casos de malaria, viruela y/o triquinosis.
La quinta plaga mencionada en la Biblia, fue la muerte del ganado en Egipto. En la actualidad, se cree que la causa habría sido la peste bovina que desencadeno una serie de consecuencias para la salud de la población de aquella época, como la pestilencia.
Esto provocó una epidemia severa de pestilencia que causó el deceso de muchos humanos, debido a su potencial infeccioso contagiado a través de las picaduras de los insectos.
Tras la muerte del ganado, la población comenzó a experimentar una serie de úlceras bastante dolorosas que no cicatrizaban. Varios estudios señalan que se pudo haber tratado de un brote de viruela, actualmente erradicada, la cual causa ampollas y es altamente contagiosa.
Se cree, también, que la multiplicación de los insectos producto de las plagas anteriores, sumado a la reciente muerte de las ranas y del ganado, pudieron haber sido percusores de la aparición de llagas y ampollas en la piel de los habitantes de la región.
La séptima plaga, según la Biblia, fue una tormenta destructiva. Gracias al granizo de fuego provocado por Moisés, muchas personas y animales fueron gravemente heridos, así como el ecosistema del área afectada.
Además, las quemaduras, los problemas respiratorios por la inhalación de humo y un posible shock térmico, pudieron haber sido una de las principales consecuencias de este suceso, así como la propagación de enfermedades infecciosas debido a la contaminación del entorno y la falta de condiciones higiénicas adecuadas tras el desastre.
Una vez finaliza la tormenta, Egipto entra en oscuridad total. Este fenómeno se explica desde la ciencia de dos formas diferentes: la primera, a causa del exceso de cenizas producidas por la ´tormenta de fuego´, y la segunda, a causa de un eclipse solar.
Si bien este suceso ocurrió por tan solo tres días, según los relatos de la Biblia, en otras circunstancias el aislamiento y la falta de luz, pueden incurrir en un impacto en la salud mental, como el desarrollo de la ansiedad y la depresión, así como impactar la salud física mediante problemas de visión, trastornos del sueño, desorientación, entre otros.
Estudios han sugerido que la muerte de los niños pudo haber sido consecuencia de las enfermedades transmitidas por mosquitos y rebaños infectados.
En este contexto, se sugiere que los adultos egipcios, con sistemas inmunitarios maduros, podrían haber resistido estas enfermedades, pero los niños, especialmente aquellos con déficits inmunitarios, podrían haber desarrollado fallos hepáticos y hemorragias fatales tras el contagio, lo que llevaría a las muertes descritas en el contexto de la décima plaga, la muerte de los primogénitos