La deficiencia de vitamina D puede causar problemas inmunológicos, resistencia a la insulina, enfermedades cardiovasculares, entre otros.
Cada año, se advierte sobre los riesgos de una exposición prolongada a los rayos del sol, debido a su importante asociación con el desarrollo de enfermedades cutáneas graves, como el cáncer de piel. Sin embargo, evitar por completo la luz solar tampoco es la solución.
Durante los confinamientos por la pandemia de COVID-19, se hizo hincapié en la importancia de tomar medidas para recibir al menos una cantidad adecuada de luz solar y mantener un buen estado de salud.
La falta de exposición solar puede resultar en una deficiencia de vitamina D, esencial para la salud ósea, muscular e inmunológica. La vitamina D se sintetiza en la piel mediante la acción de la luz ultravioleta.
La carencia de esta vitamina puede derivar en problemas como raquitismo, osteomalacia, trastornos neuromusculares, alteraciones inmunomoduladoras, resistencia a la insulina y enfermedades cardiovasculares.
La vitamina D también juega un papel crucial en la salud de la piel, y puede reducir el riesgo de padecer cáncer colorrectal y de próstata agresivo.
Por lo tanto, la falta de exposición solar adecuada puede aumentar la probabilidad de desarrollar síndrome metabólico, un conjunto de factores de riesgo para enfermedades cardíacas, diabetes y obesidad abdominal.
La exposición al sol aumenta la producción de serotonina, conocida como la "hormona de la felicidad", lo que puede mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés, la ansiedad y la depresión.
Aunque es crucial protegerse contra la exposición excesiva al sol, se recomienda una exposición moderada al sol durante unos quince minutos, sin protector solar, tres veces por semana. La cantidad de tiempo necesaria depende de factores como la hora del día, la temporada y el tipo de piel.
Además, es esencial incluir alimentos ricos en vitamina D en la dieta, aunque la exposición al sol sigue siendo la forma más efectiva de obtener esta vitamina.
En resumen, mantener un equilibrio adecuado entre la protección contra el sol y la exposición moderada es esencial para preservar la salud óptima.
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