En la antigüedad, después de parir, las mujeres eran aisladas durante su recuperación (puerperio) hasta su reinserción en actividades cotidianas.
Con el inicio de la pandemia por COVID-19 hace, exactamente, 4 años, esta generación, por primera vez, tuvo que ser sometida a un aislamiento social o periodo de "cuarentena" a nivel mundial debido a la letalidad y alta tasa de contagios por la enfermedad.
Lo cual ha supuesto importantes cambios a nivel social, económico y, en sí, a la manera en que vivimos el día a día los seres humanos. Sin embargo, los aislamientos preventivos o las cuarentenas se practicaron hace más de tres mil años, inicialmente, por motivos religiosos y no tanto médicos.
De hecho, según la Ley Mosaica, específicamente en Levítico 12:1-8, se estipulaba un período de aislamiento obligatorio de cuarenta días a la mujer después del parto, conocido como puerperio, durante el cual se purificaba antes de reintegrarse a sus actividades habituales.
Diferentes teólogos concuerdan con que el número 40 representa cambio; pues es el tiempo de preparación de una persona o de un pueblo para dar un cambio fundamental en las sagradas escrituras católicas.
Además, aparece en más de cien ocasiones en la Biblia, y en momentos claves como los 40 días y 40 noches de diluvio, los 40 años que duró el Éxodo, los 40 días de ayuno en el desierto por parte de Jesucristo y otros.
Israel ha experimentado un prolongado historial de autoaislamiento que se remonta al Éxodo. En cierto sentido, Moisés actuó como el primer funcionario de salud pública al impartir al pueblo los protocolos divinos para el bienestar comunitario y aplicar los periodos de cuarentena.
Incluso, aunque la vida en proximidad era el ´diseño original´ de Dios para su pueblo, en ocasiones el aislamiento se volvía necesario por razones de salud o bioseguridad. De hecho, anualmente, los judíos de todo el mundo conmemoran la Pascua, que en realidad recuerda una orden divina de permanecer en casa, ciertamente un periodo de cuarentena o aislamiento social; El Señor instruyó a los hebreos a quedarse en sus hogares mientras la muerte pasaba sobre ellos (Éxodo 12:23). Su obediencia como nación los preparó para dejar Egipto y dirigirse hacia su nueva tierra.
En su travesía, Dios entregó leyes a Israel para regular su vida en comunidad, incluyendo lo que podría considerarse normas de higiene personal para garantizar la desinfección pública, todo fundamentado en el principio de amar al prójimo como a uno mismo (Levítico 19:18).
Levítico 13:1-8 establece la legislación relacionada con la lepra, una serie de enfermedades infecciosas de la piel, de diversas gravedades. Esta ley prescribía una cuarentena de catorce días, dividida en dos períodos de prueba de siete días, para determinar si la enfermedad representaba una amenaza para la comunidad en general. Aquellos que dieran positivo debían declararse públicamente impuros.