Detectan microplásticos en el cerebro con niveles hasta cinco veces mayores en personas con demencia

Esto plantea una posible relación entre la exposición a microplásticos y enfermedades neurodegenerativas, aunque la comunidad científica ha cuestionado la validez del estudio.

Mariana Mestizo Hernández

    Detectan microplásticos en el cerebro con niveles hasta cinco veces mayores en personas con demencia

    Los microplásticos están presentes en la comida, el agua y el aire, lo que facilita su ingreso al organismo humano. Estudios han demostrado que estas partículas pueden alojarse en diversos órganos, incluidos los pulmones, intestinos, testículos, útero y cerebro.

    Un comentario publicado en Brain Medicine por Nicholas Fabiano, investigador de la Universidad de Ottawa, analiza un estudio reciente de Nature Medicine que detectó la presencia de microplásticos en el cerebro humano, en niveles hasta cinco veces superiores en personas con demencia

    Además, reveló que el cerebro contiene entre siete y 30 veces más microplásticos que órganos como el hígado y los riñones. Sin embargo, la comunidad científica ha cuestionado la metodología del estudio, la extracción de muestras y el control de calidad de los resultados.

    Críticas y cuestionamientos al estudio

    Roberto Rosal, catedrático de Ingeniería Química de la Universidad de Alcalá, cuestiona la validez del estudio, señalando que sus problemas experimentales llevaron a "resultados erróneos y sesgados", además de calificarlo como "alarmista". 

    Carlos Edo, también químico de la misma universidad, advierte que la urgencia por publicar sobre microplásticos en el cuerpo humano puede favorecer estudios mediáticos. Ambos expresaron sus opiniones al Science Media Center España (SMC).

    Según El País, mientras se esperan investigaciones que precisen los efectos de los microplásticos en la salud, preocupa su creciente presencia en el medio ambiente. 

    Se estima que entre 10 y 40 millones de toneladas se liberan anualmente, con una posible duplicación para 2040. Su eliminación resulta casi imposible, ya que están presentes en alimentos, aire y partículas derivadas del desgaste de neumáticos en las ciudades.

    Medidas de precaución

    El comentario de Fabiano sugiere medidas prácticas para reducir la ingesta de microplásticos a nivel doméstico. Una de ellas es evitar el consumo de agua en botellas plásticas, ya que el material se degrada y libera partículas en el líquido. 

    Según la bióloga Eva Jiménez Guri, de la Universidad de Exeter, el agua del grifo, sometida a estrictos controles de calidad en muchos países, representa una alternativa más segura. Además, el uso de botellas desechables agrava la contaminación ambiental.

    Un estudio de 2019 estimó que el agua embotellada puede aportar hasta 127.000 partículas de microplásticos al año en un adulto, mientras que el agua del grifo filtrada reduce esta cifra a 4.000. 

    No obstante, Roberto Rosal advierte que estos datos pueden ser engañosos y sus cálculos, publicados en Scientific Reports, indican que se necesitarían 850 años de consumo de agua para ingerir un gramo de plástico.

    Recomendaciones en la cocina

    Otra recomendación es evitar calentar alimentos en recipientes de polietileno, ya que el calor favorece la liberación de microplásticos en la comida. "Esto genera desprendimiento de partículas y otras sustancias químicas que se transfieren a la comida", explicó Jiménez Guri. 

    La exposición a microplásticos también puede reducirse evitando el consumo de bebidas calientes en vasos de plástico o papel recubierto, así como el uso de utensilios de plástico en la cocina. Materiales como vidrio y aluminio son alternativas más seguras.

    Según la científica Eva Jiménez Guri, preparar los alimentos en casa disminuye la contaminación con microplásticos, ya que la exposición aumenta con el procesamiento industrial. 

    Otras fuentes de exposición y cómo reducirlas

    Nicholas Fabiano añade que reducir el consumo de ultraprocesados, alcohol, alimentos enlatados y mariscos filtradores, como ostras y mejillones, también ayuda. Además, advierte sobre las bolsitas de té, ya que algunas contienen fibras plásticas que, al infusionarse, liberan miles de millones de partículas en una sola taza.

    Para quienes buscan minimizar aún más la exposición, se recomienda el uso de mascarillas con filtros de alta eficiencia en zonas con alta contaminación vehicular y evitar prendas de poliéster, que desprenden microfibras al lavarse y pueden ser inhaladas.

    Impacto en el organismo y dudas sobre su toxicidad

    Cuando los microplásticos ingresan al organismo a través del agua o los alimentos, su destino depende de su tamaño. Las partículas más pequeñas pueden atravesar las paredes intestinales, llegar al torrente sanguíneo y distribuirse por el cuerpo, mientras que las más grandes suelen eliminarse a través de las heces, la orina y posiblemente el sudor, aunque esta última vía carece de evidencia sólida.

    Ethel Eljarrat, directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, advierte que no todos los microplásticos deben considerarse un único contaminante, ya que su toxicidad varía según su tamaño, forma y contenido de aditivos químicos. Además, enfatiza la importancia de estudiar no solo sus efectos físicos, sino también los de los compuestos asociados.

    Si bien aún faltan estudios concluyentes en humanos, investigaciones en animales y cultivos celulares sugieren que los microplásticos pueden generar estrés oxidativo, inflamación, disfunción inmunológica, alteraciones metabólicas y proliferación celular anormal.



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