Rascarse: el alivio que empeora la inflamación pero ayuda a combatir infecciones

En el contexto de una infección cutánea por Staphylococcus aureus, el rascado reduce la diversidad microbiana en la piel y ayuda a controlar el crecimiento de bacterias.

Katherine Ardila

    Rascarse: el alivio que empeora la inflamación pero ayuda a combatir infecciones

    Rascarse cuando pica es una de las conductas más irresistibles que existen. Aunque proporciona un alivio inmediato y placentero, también puede empeorar la inflamación y retrasar la curación de lesiones en la piel

    Esta aparente paradoja ha intrigado a los científicos durante años, pero un nuevo estudio publicado en la revista Science, ha explicado algunas cosas sobre este comportamiento, revelando que el rascado no solo tiene un lado negativo, sino que también podría tener un beneficio evolutivo: protegernos de infecciones bacterianas.  

    El círculo vicioso del picor y el rascado  

    Investigadores de la Universidad de Pittsburgh (Estados Unidos) se propusieron entender por qué rascarse, a pesar de ser perjudicial, resulta tan placentero. Para ello, realizaron experimentos con ratones a los que indujeron dermatitis alérgica de contacto, una condición que provoca picor, inflamación y sarpullido.  

    Los científicos observaron que, cuando los ratones se rascaban, la inflamación en la piel aumentaba debido a la acumulación de neutrófilos, un tipo de célula inmunitaria. Sin embargo, en ratones que no podían rascarse (ya sea porque llevaban un cono en el cuello o porque habían sido modificados genéticamente para no sentir picor), la inflamación era mucho menor.  

    "Descubrimos que, para que los ratones desarrollaran un sarpullido o una inflamación, tenían que rascarse la piel", explica Daniel Kaplan, profesor de Dermatología e Inmunología en la Universidad de Pittsburgh y autor principal del estudio.  

    El mecanismo detrás del rascado  

    El estudio reveló que, al rascarse, se activan neuronas que detectan el dolor y liberan una sustancia llamada "sustancia P". Esta molécula, a su vez, estimula a los mastocitos, otras células inmunitarias, para que atraigan más neutrófilos y aumenten la inflamación.  

    "En la dermatitis de contacto, los mastocitos se activan directamente por los alérgenos, lo que provoca una inflamación leve y picor. Pero al rascarse, la liberación de sustancia P activa los mastocitos a través de una segunda vía, lo que explica por qué el rascado desencadena más inflamación", detalla Kaplan.  

    El lado positivo del rascado  

    Aunque rascarse empeora la inflamación, los investigadores descubrieron que también tiene un beneficio evolutivo. Los mastocitos, además de promover la inflamación, juegan un papel clave en la defensa contra bacterias y otros microbios.  

    El estudio demostró que, en el contexto de una infección cutánea por Staphylococcus aureus, el rascado reducía la diversidad microbiana en la piel y ayudaba a controlar el crecimiento de bacterias. "Rascarse en realidad reduce las bacterias en la piel en un contexto agudo, proporcionando un beneficio real. Creo que esa es una de las razones por las que este comportamiento se ha conservado en la evolución", afirma Kaplan.  

    ¿Debemos rascarnos o no? 

    A pesar de este beneficio adaptativo, los expertos coinciden en que, en la mayoría de los casos, rascarse es más perjudicial que beneficioso. "Yo diría que tu madre tiene razón: si tienes picor, no te rasques. Solo empeorarás el sarpullido", advierte Kaplan.  

    Esther Serra, dermatóloga del Hospital de Sant Pau e investigadora experta en picores, respalda esta recomendación: "El rascado continuado en enfermedades crónicas es más perjudicial porque activa la inflamación y puede facilitar la penetración de alérgenos en la piel".  

    Nuevas vías terapéuticas  

    El estudio no solo resuelve una paradoja científica, sino que también abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas para enfermedades cutáneas como la dermatitis y el prurito. Los investigadores ya están trabajando en el desarrollo de cremas tópicas que bloqueen las vías moleculares responsables de la inflamación inducida por el rascado.  

    "Este trabajo es prometedor porque explica cómo funciona el eje picor-rascado y ofrece nuevas dianas terapéuticas", destaca Silvia Sánchez Ramón, presidenta de la Sociedad Española de Inmunología.  


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