El serio problema de falta de atención médica adecuada se ha complicado con el uso de fentanilo que parece haber creado una tormenta perfecta en las cárceles de Puerto Rico.
La situación de la salud de las cárceles en Puerto Rico requiere una revisión absoluta y necesitará de cambios dramáticos y urgentes, según se desprende de informes recopilados por la Revista Medicina y Salud Pública. Esta semana este medio recibió la confirmación científica de parte de autoridades competentes de que la mayoría de las muertes de confinados en las prisiones de la Isla están relacionadas de alguna manera con la ingesta ilegal de drogas.
Aun cuando la mayoría de los fallecimientos desde el 2012 son catalogados como muertes por causa natural, científicos y expertos consultados por la Revista MSP atestiguan que la ingesta de drogas es frecuente en el proceso por el que están atravesando los presos.
La Doctora María Comte, directora del Instituto de Ciencias Forenses, ofreció datos contundentes en una entrevista con la Revista Medicina y Salud Pública al destacar el esclarecimiento de 356 muertes de presos desde el 2012.
Comte apuntó que 74 muertes de este reporte ocurrieron por la ingesta de fentanilo, una potente y peligrosa sustancia controlada que está ingresando a las prisiones de manera ilegal.
Sin embargo, también aclaró que hay otras muertes asociadas a la ingesta de otro tipo de drogas y que su oficina detectó el caso de cientos de recluidos en los penales que han sido pacientes afectados por el consumo de drogas de manera crónica o aguda.
"La mayoría de las muertes por causas naturales en las prisiones son de personas mayores de 50 años con condiciones crónicas asociadas al uso de sustancias controladas a través del tiempo. Esto incluye a pacientes que usan drogas endovenosas y se infectaron con hepatitis, que usualmente daña el hígado y puede causar una cirrosis, que suele ocasionar cáncer y eventualmente la muerte", dijo.
Algunas de las muertes de este tipo -agregó- fueron ocasionadas por endocarditis relacionada con la ingesta de drogas. "También tenemos muertes de pacientes con condiciones cardiovasculares y diabetes, pero vimos pacientes con cáncer. Son en general pacientes muy comprometidos y con salud muy deteriorada", explicó.
Algunos de estos pacientes llegaron a las prisiones siendo usuarios o adictos a drogas y otros desarrollaron una dependencia a sustancias controladas dentro de la cárcel.
En cualquiera de estas dos variantes, el estado es responsable de su condición de salud. Se trata de seres humanos privados de la libertad, así que cuando el Gobierno asume su custodia debe responsabilizarse de que se mantengan sanos, quienes están y sanar y rehabilitar a los que están enfermos. Esta es la clara posición de sociólogos y abogados entrevistados.
"Sencillamente, el estado es el responsable de estas muertes", afirmó categóricamente el Licenciado Manuel Mayo, portavoz de la Sociedad para la Asistencia Legal, una entidad que se encarga de asistir jurídicamente a los presos.
Mientras que la Pastoral Católica de las Cárceles ha dicho que el Gobierno tendrá que reevaluar la existencia misma de las cárceles si continúan prevaleciendo como lugares de almacenamiento humano que hacen muy poco por rehabilitar a los reos e incluso no pueden como mínimo preservar la vida de estos.
El Padre Oscar Granados, encargado de la pastoral, fue entrevistado por separado para MSP y dijo que el Gobierno, la legislatura y la ciudadanía deben evaluar la eficiencia de los servicios que ofrece en el sistema penitenciario la empresa Physician Correctional Services.
"El servicio es muy malo, tienen pocos médicos, no tienen prácticamente psiquiatras, muchos de los servicios los dan asistentes médicos y no galenos. Hay muchos presos enfermos con hepatitis y no se les da servicio. Las facilidades físicas que tienen son buenas, pero no se corresponde con la calidad del servicio profesional", dijo por su parte la presidenta de la Asociación de Amigos y Familiares de Confinados, la Doctora Milagros Rivera Watterson.
Esta denuncia debería resonar en el Colegio de Médicos de Puerto Rico, luego de que su Presidente a raíz del inicio de sus labores el año pasado, dijo que la organización está disponible para reforzar los servicios médicos en las cárceles si fuera necesario. Pues parece que es necesario Doctor Carlos Díaz, ponga por favor acción a sus palabras.
En ese sentido, el serio problema de falta de atención médica adecuada se ha complicado con el uso de fentanilo que parece haber creado una tormenta perfecta en las cárceles. La ingesta de esta sustancia se ha convertido en una epidemia de salud pública que ha ocasionado en los últimos años al menos 800 muertes fuera de las cárceles y su consumo se agrava porque suele usarse en forma de pastilla.
"En algunos casos los usuarios estaban buscando Percocet, pero los vendedores de drogas les venden fentanilo mezclada con cocaína sin ellos saber lo que están consumiendo", explicó la Doctora Comte.
Es evidente entonces que el uso de drogas en las cárceles y el producto de recibir en los penales a personas que están enfermas por el uso anterior de sustancias controladas no es solo un problema de seguridad que puede resolverse con la adquisición de más perros rastreadores, la instalación de más cámaras y el endurecimiento de protocolos policiacos, como sugiere la Secretaria de Corrección Ana Escobar.
El tráfico de drogas en las prisiones tampoco es un problema que debe analizarse como la acumulación de "hechos aislados" como dice el Gobierno. Es un asunto generalizado, que no está bien enfocado, no se ha planteado una visión coherente y sistemáticamente salubrista para atenderlo.
El gobierno y la comunidad no han sido honestos para entender el problema. Los presos que tenemos hoy son mayormente jóvenes, hay muchos desertores escolares, hay muchos que provienen de familias destruidas, que han encontrado empleos lucrativos en los puntos de droga. Abundan en este escenario la falta de servicios de salud mental y una deficiente educación pública.
Los presos que están muriendo en números inaceptables no vienen de Marte, son puertorriqueños, son nuestros hijos, nietos, sobrinos y vecinos. Cómo responderemos a este desafío que nos presenta la realidad. No hablo del Gobierno solamente. ¿Cómo nosotros los ciudadanos vamos a contestar?.
Hace 2 mil años, un maestro nazareno cuando le preguntaron quién disfrutará de lo que su Padre tiene preparado para los justos, no evaluó el comportamiento importante para este juicio a base de quién iba más a la Misa, al culto o alababa más a Dios. Dijo Jesús..."vengan benditos de mi Padre, porque estuve preso y me viniste a ver".