Daniela Pinto M
Agencia Latina de Noticias de Medicina y Salud Pública
El doctor Laureano Giráldez, otorrinolaringólogo, es el único en Puerto Rico que realiza desde 2014 la cirugía de Da Vinci en pacientes con cáncer de cabeza y cuello.
Esta labor, para la cual entrenó con un mentor con más de 70 cirugías, evita la apertura de la caja ósea de la cabeza en el paciente, reduce el tiempo de recuperación y disminuye las sesiones de quimioterapia.
La cirugía de Da Vinci es una técnica que tiene aproximadamente 13 años y en la que el Dr. Giráldez se encuentra trabajando desde hace seis. Consiste en un robot con extremidades con un cámara que permite la visualización en tres dimensiones. Estos son mucho más pequeños que los instrumentos quirúrgicos utilizados para realizar extracciones. El dispositivo es controlado por el doctor con ayuda de un asistente.
En Puerto Rico solo hay un robot Da Vinci en el Hospital HIMA San Pablo, donde cada año se realizan 400 cirugías al año a nivel abdominal, pélvico, del corazón y en cabeza y cuello; de este último, 40 son realizadas por el Dr. Giráldez, con una duración de tres a cuatro horas aproximadamente.
Más allá de las innovaciones tecnológicas, lo primordial para el Dr. Laureano, quien pertenece al Academia Americana de Otorrinolaringología, siempre es el bienestar del paciente durante y después de la cirugía.
“La realidad es que la mayor parte de los pacientes en cirugía robótica se curan, aproximadamente el 80% de los pacientes, esta es una cifra bien alta para cáncer de cabeza y cuello”,
expresó el Dr.
Una de las historias de éxito que más recuerda es la de un paciente de 40 años con cáncer de amígdalas. El Dr. le realizó la cirugía robótica a través de la boca, le removió los ganglios del cuello y el paciente lleva aproximadamente cuatro años en remisión.
Aunque no todos los casos son así. También conoce el caso de un paciente que tuvo sesiones de quimioterapia para curar el cáncer de amígdalas pero -por los efectos del tratamiento- terminó con una gastrostomía para ingerir alimentos.
“La dependencia de un tubo en el estómago para comer en cirugía robótica es menos del 2%. Yo no tengo ningún paciente que haya operado en cinco años que dependa de una goma en el estómago para comer”,
dijo el otorrinolaringólogo.
Por lo anterior, siempre vela para que el procedimiento sea mínimamente invasivo pues así se logra “que el paciente, en el caso de la cirugía robótica, sea curado de su enfermedad y que en el mínimo proceso acordemos la cantidad de días que esté hospitalizado y la cantidad de tiempo que el paciente está ahí”.
En los últimos años también se ha logrado en Puerto Rico que la mayoría de los seguros de salud cubran esta cirugía pues se disminuyen los costos de radioterapia y hospitalización de dos semanas a dos días. Según el Doctor, poco a poco han demostrado con datos y resultados en los pacientes que es necesario cubrir la cirugía robótica de cabeza y cuello.
El Dr. Giráldez también realiza otros procedimientos como cirugías láser y aplicar bótox en cuerdas vocales para pacientes con desórdenes neurológicos. Asegura que “se inyecta bótox y materiales que le den volumen a la cuerda vocal para personas que, por ejemplo, tienen parálisis de cuerda vocal. O láser para afecciones como pólipos y lesiones precancerosas”.
Desde niño, su pasión siempre ha sido la medicina pues en su casa tuvo una exposición muy cercana desde su nacimiento en 1981. Su padre es cirujano de cáncer de cabeza y cuello, su madre pediatra, y sus tíos pertenecen a diversas ramas de la medicina.
A los 11 años recibió una semblanza que le hicieron sus compañeros de sexto grado “en la que decía que iba a seguir los pasos de mi papá y ser cirujano”. Aunque al principio no se iba a dedicar a eso.
El otorrinolaringólogo aseguró:
“pensé que iba a ser ortopeda, pero terminé haciendo algo bien parecido a lo que hacía mi papá porque tenemos entrenamientos diferentes y es algo que me apasiona en realidad”.
Dos años después asistió por primera vez a una cirugía de tiroides. “Lo que más recuerdo de esa cirugía es que, cuando hicieron la primera incisión en la piel, yo me desmayé y me caí al piso. Después de eso no recuerdo más nada. Ya no me desmayo”, aseguró con jocosidad.
“Una de las cosas que a mí me predispuso a hacer esto fue cómo las técnicas quirúrgicas avanzaron en los últimos 10 años porque la cirugía robótica y también la cirugía reconstructiva evolucionaron significativamente y los pacientes se beneficiaron. La calidad de vida que tienen estos pacientes ahora comparado con hace 10 años es increíble”.
contó a la Revista Medicina y Salud Pública.
A partir de ahí, estudió en la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico (UPR) e hizo su residencia en otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello en la misma universidad. Luego se especializó en desórdenes de voz, tragado y vía aérea en el Emory Voice Center en Atlanta, Georgia.
Continuó sus estudios y adquirió una segunda especialidad en cáncer de cabeza y cuello, cirugía robótica transoral y reconstrucción microvascular en el Departamento de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello en Mount Sinai School of Medicine en New York.
Además de dedicarse a las cirugías e intervenciones, participar en investigaciones académicas y asociaciones, siempre trata de pasar tiempo para compartir con su esposa -quien se encarga de administrar su práctica- y sus tres hijos de seis, cuatro y dos meses. Incluso, de tres a cuatro veces por semana aprovecha para dedicarse a su otra pasión: el surf.