El mismo alcohol tiene muchas calorías. Una copa grande de vino, por ejemplo, puede tener tantas como una dona.
La búsqueda de un lugar para comer después de haber bebido unas cuantas copas es una rutina que seguramente le resultará familiar a muchos.
Pero ahora sabemos por qué: según científicos británicos, el alcohol hace que el cerebro cambie y se ponga en "modo hambre" haciendo que aumente el apetito.
En pruebas hechas con ratones, el alcohol activó las señales cerebrales que le indican al cuerpo que debe comer más. Y los investigadores creen que lo mismo ocurre con los humanos.
Eso explicaría por qué mucha gente dice que come más después de haber tomado unas copas.
Neuronas agitadas
Se trata de una respuesta neuronal, según el equipo de investigadores del Instituto Francis Crick, cuyas conclusiones fueron publicadas en la revista Nature Communications.
Para el experimento los científicos les dieron a los ratones generosas cantidades de alcohol durante tres días.
El alcohol generó una inusual actividad en las neuronas llamadas AGRP, que son las que se activan cuando el cuerpo experimenta hambre.
Y, como resultado, los roedores entonces comieron más de lo normal.
Cuando los estudiosos repitieron el experimento bloqueando esas neuronas, los ratones no comieron tanto.
Eso, según los científicos, sugiere que las neuronas AGRP son las responsables de la ingesta inducida por el alcohol.
Alcohol y obesidad
Comentando los resultados de este estudio, Ian Gilmore, de Alcohol Health Alliance, de Reino Unido, dijo que la gente debería tener conciencia del impacto que el alcohol puede tener sobre qué y cuánto se come, además del resto de riesgos asociados para la salud.
"Solo el alcohol ya es responsable de más de 60 enfermedades, y los bebedores se exponen a riesgos aún mayores cuando combinan la bebida con una comida excesiva. Especialmente porque cuando la gente bebe es más proclive a tomar decisiones menos saludables con respecto a la comida que ingieren".
"El alcohol y la obesidad causan el 90% de las muertes relacionadas con el hígado y en los pacientes muy obesos el alcohol duplica su toxicidad para el hígado", señaló Gilmore.
Los autores del estudio, liderado por Denis Burdakov, creen que entender cómo el alcohol cambia nuestro cuerpo y nuestro comportamiento puede ayudar a gestionar el problema de la obesidad.