La hipersomnolencia no es lo mismo que el cansancio ocasional o la fatiga, ya que implica una necesidad excesiva de dormir que interfiere significativamente con el funcionamiento normal del niño.
Un niño de 8 años, residente en Montenegro, Quindío, Colombia, acudió a una consulta médica de psiquiatría infantil debido a un episodio de somnolencia diurna excesiva. Este síntoma había comenzado 15 días antes de la consulta, aunque remitió espontáneamente durante los dos días previos.
La madre del niño reportó que la somnolencia era tan intensa que el niño "dormía todo el día y toda la noche", lo que lo llevó a dejar de asistir a la escuela y a abandonar sus actividades cotidianas. Además, la madre observó alteraciones emocionales y conductuales, como inestabilidad emocional, hostilidad, desafío e impulsividad.
En cuanto a los antecedentes del niño, se informó que no existían factores personales que pudieran explicar los síntomas descritos. No había antecedentes de tratamiento farmacológico ni consumo de sustancias.
La historia médica familiar incluía casos de hipotiroidismo (en la tía abuela materna), intento de suicidio (prima segunda materna) y drogodependencia (tíos abuelos maternos). El examen físico inicial no reveló hallazgos relevantes.
En la evaluación mental, el niño mostró una actitud de oposición y mutismo, lo que limitó la extensión de la evaluación.
A partir de la información clínica, se sospechó de un síndrome de Kleine-Levin, dada la presencia de hipersomnolencia y síntomas conductuales.
Sin embargo, al observar la aparición súbita de los síntomas en relación con alteraciones en el sueño, se consideró que este caso no coincidía con el curso natural de un trastorno afectivo.
Por lo tanto, se realizó un diagnóstico inicial de hipersomnolencia transitoria. Se recomendó mejorar la higiene del sueño y realizar seguimiento de los hábitos del niño, además de prescribir psicoterapia para tratar los síntomas conductuales y afectivos. No se administró tratamiento farmacológico específico para la hipersomnolencia en esta fase.
En las visitas de seguimiento realizadas en los meses posteriores, la madre informó que no se produjeron episodios similares de hipersomnolencia, aunque se registraron episodios ocasionales que duraron menos de un día.
Durante este período, los síntomas conductuales y afectivos remitieron junto con la somnolencia excesiva. Se registraron episodios febriles esporádicos que se resolvieron con paracetamol y baños calientes. Las pruebas de laboratorio realizadas durante este tiempo no identificaron una causa específica.
Durante el proceso de diagnóstico, el niño fue evaluado por especialistas en diversas áreas, incluyendo Pediatría, Psiquiatría Infantil y Adolescente, Neurología Pediátrica, Enfermedades Infecciosas y Genética.
Se realizaron múltiples estudios paraclínicos, tales como un polisomnograma (PSG), cuyos resultados fueron normales para su edad; pruebas de función tiroidea, también normales; y un electroencefalograma (EEG) que no mostró actividad cerebral anormal.
Un estudio inmunológico mostró resultados positivos para anticuerpos contra el virus del herpes simple tipo 2 y el virus de Epstein Barr, lo que sugiere una infección viral resuelta como la posible causa de la hipersomnolencia transitoria.
La hipersomnolencia pediátrica es un síntoma que requiere una evaluación detallada, comenzando con una buena historia clínica.
Para identificar su causa, es fundamental centrarse en diversos aspectos, como la frecuencia y características de los episodios, el impacto en el funcionamiento social y escolar del niño, los horarios de sueño, y la presencia de síntomas asociados (como cambios en el comportamiento o trastornos respiratorios).
Además, los antecedentes personales y farmacológicos también deben ser evaluados.
Existen herramientas como diarios de sueño y escalas, validadas en Colombia, que permiten obtener información sobre los patrones de sueño, el rendimiento escolar y la somnolencia.
Estas herramientas complementan la evaluación y ayudan a determinar la causa subyacente de la hipersomnolencia.
Según Kothare et al., las causas de la hipersomnolencia pediátrica se dividen en tres categorías: 1) sueño insuficiente, 2) sueño fragmentado, y 3) aumento de la necesidad de sueño.
En este caso ( José Francisco Cepeda-Torres.), se consideraron diversas posibilidades, incluidas infecciones virales previas, trastornos metabólicos y problemas neurológicos. Las pruebas diagnósticas confirmaron una infección viral resuelta, lo que parece haber sido la causa más probable de la hipersomnolencia transitoria.
El diagnóstico de hipersomnolencia pediátrica requiere una aproximación integral que involucre a varios especialistas y el uso de herramientas clínicas adecuadas. Sin embargo, el caso expuesto resalta las dificultades del sistema de salud, como los retrasos en el diagnóstico y la falta de integración entre los diferentes especialistas.
En conclusión, dada la frecuencia y el impacto de la hipersomnolencia en niños, los médicos deben contar con los conocimientos y herramientas necesarias para abordar este síntoma de manera adecuada. Este caso ilustra la importancia de una evaluación clínica exhaustiva y la necesidad de mejorar la formación médica en este campo.