La paciente entró a evaluación de rutina con síntomas asintomáticos, tras dos años de su tratamiento con agentes antivirales de acción directa contra la hepatitis C.
Existe una clara asociación entre el virus de la hepatitis C (VHC) y el linfoma, pues se ha sugerido que la terapia antiviral para el VHC tiene un papel curativo para los linfomas de células B, sin embargo, la fisiopatología no se comprende bien.
Una mujer hispana de 63 años con antecedentes de cirrosis hepática secundaria a infección por hepatitis C genotipo 1, fue tratada con éxito con agentes antivirales de acción directa (AAD). Dos años más tarde, llegó a la clínica para una evaluación de rutina. No presentaba síntomas.
Procedimientos y exámenes médicos
Los exámenes de laboratorio mostraron una función hepática preservada y un marcador tumoral de AFP normal.
Se le realizó una resonancia magnética abdominal con protocolo hepático como parte de la vigilancia del carcinoma hepatocelular, la cual reveló tres lesiones hepáticas hiperintensas, una lesión en el área subcapsular del bazo y en la cabeza del páncreas. Dada la ausencia de radiológicos típicos para un diagnóstico de CHC, se realizó una biopsia hepática.
El examen histológico con estudios inmunohistoquímicos fue consistente con el diagnóstico de linfoma no Hodgkin difuso de células B grandes con tinción positiva de CD 20. Donde la Tomografía por Emisión de Positrones con 18F-fluorodeoxiglucosa (FDG-PET/CT) del cuerpo entero mostró una mayor captación en el hígado, el bazo y el páncreas.
La biopsia de médula ósea de la paciente fue negativa. También recibió seis ciclos de ciclofosfamida, doxorrubicina, vincristina y prednisona. Después de cinco años de completar la quimioterapia, la paciente ha permanecido en remisión.
Resultado
Este caso plantea la cuestión sobre el posible desarrollo de neoplasias malignas pese a la curación virológica con AAD. Hasta el momento no se ha establecido el efecto de los AAD sobre los trastornos linfoproliferativos.
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