Absceso pélvico, confundido con tumor ovárico, desplaza útero, vejiga y recto en mujer posmenopáusica

La resonancia magnética confirmó una masa en el anexo izquierdo de 152x120x103 mm, con componente sólido y quístico que desplazaba el útero, la vejiga y el recto.

Katherine Ardila

    Absceso pélvico, confundido con tumor ovárico, desplaza útero, vejiga y recto en mujer posmenopáusica

    Una mujer de 72 años, acudió al servicio de ginecología debido a distensión abdominal asociada con retención urinaria intermitente, síntomas urinarios irritativos y fiebre no cuantificada durante 3 días. 

    Dos semanas antes, la paciente había consultado en otra institución de salud por síntomas similares y fue diagnosticada con una infección del tracto urinario superior causada por Escherichia coli resistente a quinolonas y ampicilina. 

    Recibió tratamiento hospitalario con una cefalosporina de tercera generación durante 10 días.  

    Entre sus antecedentes médicos relevantes se encuentran hipertensión arterial y enfermedad renal crónica en etapa 3A. Además, había sido sometida a una cistopexia con refuerzo de malla hace 10 años y tenía un historial de 5 embarazos, 4 partos y 1 aborto. 

    En el momento de la consulta, no mantenía una vida sexual activa y no presentaba sangrado posmenopáusico. No se disponía de datos sobre su última citología.  

    Examen físico y hallazgos iniciales

    Al ingreso, la paciente presentaba signos vitales normales, abdomen distendido con dolor difuso, sin signos de irritación peritoneal, y percusión positiva bilateral. No se palpó ninguna masa abdominal. 

    El examen ginecológico reveló genitales externos atróficos. La palpación bimanual mostró una vagina elástica con temperatura normal, un cuello uterino corto, atrófico y cerrado, desplazado anteriormente por una masa dolorosa, firme y fija de aproximadamente 12 cm de diámetro. 

    Esta masa ocupaba el fondo del saco de Douglas y distendía el fórnix posterior, impidiendo la individualización del útero y sus anexos. La impresión clínica inicial fue de un absceso pélvico, aunque no se podía descartar un tumor anexial.  

    Estudios de imagen  

    El ultrasonido transabdominal y transvaginal reveló una lesión sólido-quística de 115x62x139 mm en el saco de Douglas, con flujo Doppler de baja resistencia en el centro de la lesión. La masa desplazaba el útero hacia adelante. 

    La tomografía computarizada (TC) con contraste mostró lesiones de densidad líquida con múltiples tabiques en ambos anexos, edema de la grasa circundante, ganglios linfáticos reactivos en el retroperitoneo y escaso líquido libre en la cavidad. 

    La resonancia magnética (RM) con contraste confirmó una masa en el anexo izquierdo de 152x120x103 mm, con componente sólido y quístico. El componente sólido no mostró realce con contraste, mientras que el quístico presentó difusión restringida. La masa desplazaba el útero, la vejiga y el recto.

    Evaluación y diagnóstico diferencial  

    El servicio de oncología ginecológica consideró inicialmente la posibilidad de un carcinoma ovárico, dada la elevación del CA-125 y las características de la masa. Sin embargo, también se contempló la posibilidad de un absceso tubo-ovárico (ATO).

     El índice de riesgo de malignidad (IRM-1) fue de 1998, y el modelo IOTA-ADNEX sugirió un 84% de probabilidad de malignidad.  

    Intervención quirúrgica y hallazgos  

    Se realizó una laparotomía exploratoria, que reveló una masa pélvica retrouterina de 10x7x5 cm, de aspecto sólido-quístico, adherida a las paredes pélvicas, el útero, el saco de Douglas y el recto. 

    La masa contenía material purulento de mal olor. Durante la cirugía, se realizó una salpingooforectomía bilateral, drenaje del absceso y lavado de la cavidad abdominopélvica.  

    El informe patológico confirmó un tumor fibroide ovárico benigno con áreas de necrosis, infiltrado de neutrófilos y edema, compatible con un absceso tubo-ovárico (ATO). Los cultivos del material purulento identificaron Enterococcus raffinosus. Las biopsias de colon y el líquido subdiafragmático fueron negativos para malignidad.  

    Evolución y tratamiento  

    La paciente desarrolló una lesión renal aguda (KDIGO 3) asociada a nefrotoxicidad por medicamentos, que se resolvió al suspender los fármacos. Recibió tratamiento antibiótico con piperacilina-tazobactam durante 14 días y fue dada de alta 5 días después de la cirugía. En los controles posteriores, la paciente se mantuvo asintomática.  

    Discusión 

    El absceso tubo-ovárico (ATO) es una condición rara en mujeres posmenopáusicas, con una amplia variabilidad en la edad de presentación, que puede oscilar entre los 50 y 87 años. 

    Esta patología suele ser polimicrobiana, involucrando bacterias aeróbicas y anaeróbicas como Enterococcus faecalis, Escherichia coli, Bacteroides fragilis, Peptostreptococcus magnus, Streptococcus sp, Pseudomonas aeruginosa y Clostridium perfringens.

    Los síntomas más comunes incluyen dolor abdominal (84%), fiebre (34%), náuseas o vómitos (28%) y sangrado vaginal (45%). Además, suele asociarse con comorbilidades como diverticulitis (34%), hipertensión arterial (25%) y diabetes (10%).  

    En este caso (Edith Ángel-Müller, et al), la paciente tenía antecedentes de cirugía pélvica reciente y síntomas similares a los reportados en la literatura, incluyendo síntomas urinarios irritativos. 

    Inicialmente, se sospechó de una infección urinaria recurrente, pero los hallazgos clínicos y de imagen, junto con niveles elevados de CA-125, llevaron a considerar un carcinoma ovárico, un absceso pélvico o un tumor abscesado.  

    Tratamiento 

    El tratamiento del ATO en mujeres posmenopáusicas incluye el inicio rápido de antibióticos de amplio espectro, como clindamicina más gentamicina, cefotetan más doxiciclina o ampicilina/sulbactam más doxiciclina. 

    La decisión de combinar antibióticos con drenaje quirúrgico depende del estado clínico del paciente y del tamaño del absceso. En casos de deterioro clínico, sepsis o sospecha de ruptura del absceso, se recomienda manejo quirúrgico.  

    En mujeres posmenopáusicas, existe un mayor riesgo de tumores malignos coexistentes con el ATO, como adenocarcinoma endometrial o tumores ováricos malignos. Sin embargo, también se han reportado casos de ATO asociados con lesiones benignas, como pólipos endometriales, fibromas uterinos y cistoadenomas serosos benignos. 

    En este caso, la coexistencia de un fibroma ovárico benigno con el ATO fue un hallazgo inusual.  

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