Entre los métodos más destacados se encuentran la utilización de calor, nitroglicerina, ultrasonidos y zonas de punción alternativas como yugular externa, femoral y safena interna.
En la práctica de la enfermería, la canalización de las venas periféricas es una de las técnicas más comunes, sin embargo, puede llegar a ser complicada para el profesional que lo realiza y generar desconfianza en el paciente.
Fuentes médicas refieren que cuando uno de estos profesionales de la salud que realiza la canalización falla dos veces, se puede afirmar que la vía venosa es de difícil acceso, para lo cual existen varias alternativas que pueden implementar.
¿Qué es la vía venosa de acceso periférico?
Tradicionalmente se ha considerado como vía venosa de acceso periférico aquellas vías venosas obtenidas tras la punción de una vena periférica, es decir, las que se realizan en un lugar anatómicamente situado fuera del tórax y el abdomen. Las principales son:
Mano
Antebrazo
Brazo
Pie
Pierna
Cabeza
Entre los dispositivos más usados para la canalización de estas venas se encuentran tres grandes grupos:
Catéter venoso corto sobre aguja (CVC)
Catéter venoso medio intra-aguja (CVM)
Catéter central de inserción periférica (CCIP)
Alternativas para lograr la punción venosa
Cabe mencionar que para utilizar estos dispositivos de canalización de venas periféricas se deben agotar primero los métodos convencionales en dos intentos.
Por lo general, la complejidad de la localización de estas venas periféricas ocurre en pacientes que han recibido quimioterapias o que presentan grandes edemas; al igual que las personas obesas o que han sido adictas a las drogas de forma inyectada.
Entre los métodos facilitadores convencionales se incluye la aplicación de un torniquete 5-10 cm por encima de la zona de punción; la utilización de alcohol para la dilatación de las venas; la colocación del miembro a puncionar por debajo del nivel del corazón y la palpación con toqueteo de las venas a puncionar.
Otros métodos para la canalización de las venas periféricas
Además, existen otras técnicas como el calentamiento de la zona que se va a inyectar durante 2 o 3 minutos. Para esto se pueden aplicar:
Nitroglicerina tópica (suele ser de gran ayuda para dilatar las venas mediante utilización tópica)
Utilización de ultrasonidos (permiten localizar las venas más profundas)
Llenado desde venas de pequeño calibre (mediante un compresor y la puncion a una vena pequeña)
Avanzando con suero (se inyecta suero a través del catéter con fiador)
Transiluminación (depende del uso de una fuente de luz fría de alta potencia para iluminar los tejidos subcutáneos)
Dispositivo de infrarrojos (el uso de imágenes infrarrojas permite ver un contraste entre los vasos sanguíneos y el resto de la piel, además de eliminar algunos rasgos no deseados de la superficie cutánea y del entorno).
En ocasiones no se consigue ninguno de los llamados accesos venosos tradicionales (brazo y antebrazo) y se hace necesario recurrir a otras zonas de venopunción. Aunque otras áreas del cuerpo no son de uso habitual, pueden ayudar en una situación de emergencia o cuando se precisa una vía en situaciones especiales.
Zonas alternas para casos de emergencia
Una de ellas es la yugular externa, una vena que normalmente suele ser fácilmente visible, sobre todo en personas delgadas.
Su punción consiste en cruzar oblicuamente el esternocleidomastoideo y tener presente que tiene 2 pares de válvulas en la zona inferior que pueden impedir el progreso del catéter, por lo que siempre se la puncionará lo más arriba que sea posible.
Otra zona es el femoral, que normalmente es utilizada por el médico para la canalización de vías centrales, pero en caso de emergencia puede ser un acceso para un CVC de buena longitud. Pero no se debe intentar canalizar nunca si existe traumatismo en la cadera, pelvis o abdomen y en situación de paro cardiorrespiratorio sin pulso.
Finalmente, está la safena interna, que suele ser una vena accesible en individuos normales, pero compleja de localizar en pacientes obesos o con edemas.
Normalmente, es fácil localizar por encima del maleolo del peroné, dejando caer el pie por debajo del nivel del corazón, favoreciendo su llenado. Sin embargo, nunca se utilizará si hay posibles lesiones o fracturas en el miembro, ni tampoco en traumatismos pélvicos o abdominales.
Fuente consultada aquí.