El foramen oval permeable se presenta en el 25% de la población general, y constituye el defecto congénito cardíaco más frecuente.
Una mujer de 65 años acudió al servicio de urgencias por un grado leve de debilidad muscular (paresia) del brazo izquierdo. La historia clínica de la paciente incluía bloqueo cardíaco de segundo grado Mobitz II, que se manifestaba con síncopes recurrentes, razón por la cual recibió un marcapasos bicameral 12 años antes.
La paciente no presentaba déficit de perfusión ni cambios isquémicos, y tampoco presentaba factores de riesgo cardiovascular. Los síntomas desaparecieron espontáneamente a los pocos minutos, suprimiendo la necesidad de trombolisis o trombectomía mecánico, por lo que se diagnosticó accidente isquémico transitorio.
Durante la evaluación, se descartaron problemas en las arterias principales del cuello y ritmos cardíacos anormales como la fibrilación auricular. Sin embargo, una ecocardiografía transesofágica (ETE) reveló un agujero en el corazón (foramen oval permeable, FOP), lo suficientemente grande como para permitir que los coágulos pasen de un lado del corazón al otro.
Esto indicaba que su ataque isquémico fue causado por un coágulo que viajó a través del FOP. Por lo tanto, la paciente fue remitida a nuestra clínica para cerrar quirúrgicamente este agujero en el corazón.
El procedimiento se llevó a cabo con anestesia local. Se le administraron medicamentos para prevenir coágulos sanguíneos y para prevenir infecciones. Se accedió a una vena en su pierna derecha para introducir instrumentos hacia su corazón. Se utilizó un dispositivo especial para cerrar el agujero en su corazón.
Durante el procedimiento, hubo un problema cuando uno de los cables del marcapasos se quedó atrapado entre el dispositivo de cierre y su corazón. Para solucionar esto, se tuvo que realizar un paso adicional utilizando un balón para liberar el cable atrapado y completar con éxito el procedimiento.
Se trata de una abertura natural entre las dos cavidades superiores del corazón, que se presenta en los bebés antes de nacer. Por lo general, el foramen oval suele cerrarse entre los 6 meses y el primer año después del nacimiento.
Sin embargo, en cerca del 25% de la población general esta abertura no se cierra adecuadamente, y constituye el defecto cardíaco congénito más frecuente.
Aunque suele ser benigno, el foramen oval permeable puede provocar un ictus tras una embolia paradójica (paso a la circulación arterial de un trombo venoso a través de un defecto cardíaco).
El cierre percutáneo del FOP es una técnica mínimamente invasiva y bien establecida para prevenir la isquemia recurrente. Es poco frecuente que se presenten complicaciones, como el atrapamiento del electrodo del marcapasos.
En estos casos, es necesario liberar el electrodos antes de soltar el dispositivo, ya que no puede reposicionarse una vez que el oclusor se ha soldado del catéter; de lo contrario, se plantea un riesgo adicional de erosión del aislamiento del electrodo y la consiguiente disfunción del mismo.
El atrapamiento del electrodo del marcapasos puede retrasar la endotelización, impedir el cierre completo del FOP y provocar la erosión del electrodo. Un electrodo de marcapasos infectado se ha descrito incluso como fuente de un émbolo séptico paradójico. Por lo tanto, los especialistas deben asegurarse de prevenir esta complicación durante el cierre intervencionista del FOP.
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