El mal uso de antifúngicos debido a la automedicación, o en ocasiones incluso para entornos agrícolas, ha contribuido al aumento de la resistencia fúngica en la población mundial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha hecho un llamado a la comunidad médica y las autoridades sanitarias al publicar una lista de 19 hongos patógenos que representan una seria amenaza para la salud pública debido a la resistencia a antifúngicos como el popular clotrimazol, ketoconazol, entre otros.
De manera similar a la resistencia bacteriana con los antibióticos, este fenómeno preocupa a la OMS, y se busca crear conciencia al respecto.
Antifúngicos: ¿cómo funcionan?
Según detalla el portal Farmacia Ribera, los antifúngicos son aquellas sustancias aplicadas para controlar y eliminar algunos tipos de hongos. Estas sustancias de acción antimicótica evitan el crecimiento y proliferación de hongos en el organismo, actuando directamente sobre ellos.
Impacto global de las infecciones fúngicas
El Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica de Francia (Inserm) ha proporcionado una actualización reciente sobre la situación. En la actualidad, las infecciones fúngicas graves son responsables de aproximadamente 1,6 millones de muertes en todo el mundo.
"Los pacientes afectados son principalmente individuos inmunodeprimidos (pacientes que reciben trasplantes de órganos o de médula ósea, afectados por cáncer, sida o que padecen enfermedades respiratorias crónicas, etc.). Además, la mayoría de estos pacientes reciben tratamiento en hospitales (donde el número de infecciones de este tipo ha aumentado considerablemente) y se someten a procedimientos invasivos que favorecen la contaminación", según señala la revista Univadis.
Resistencia fúngica en la era de la COVID-19
Según apunta la revista: "Durante la pandemia de la COVID-19, se estimó que en Francia entre el 10 y el 20 % de los pacientes que recibían asistencia respiratoria en unidades de cuidados intensivos habían sufrido una infección fúngica grave, con un riesgo de mortalidad superior al 60 %".
Factores subyacentes y resistencia a los antifúngicos
Al igual que con la resistencia a los antibióticos, el mal uso de antifúngicos, en ocasiones incluso en entornos agrícolas, ha contribuido al aumento de la resistencia fúngica. Múltiples mecanismos genéticos y epigenéticos están involucrados en la adaptación de los hongos a estos tratamientos.
"Los mecanismos implicados son genéticos (mutaciones), pero probablemente también epigenéticos: expresión de proteínas y pigmentos que impiden el reconocimiento por el sistema inmunitario, formación de levaduras gigantes demasiado grandes para ser digeridas por las células inmunitarias, estructuras que permiten la adhesión (formación de biopelículas y producción de filamentos invasivos), etc", explica.
Cambio climático y comercio internacional
Por otra parte, algunos fenómenos señalados para este tipo de resistencia se tratan del calentamiento global y el aumento del comercio internacional como factores que han impulsado el aumento de infecciones fúngicas en humanos.
Es por ello que, se cree que dos hongos se ven especialmente favorecidos por estos factores: "El primero, Cryptococcus neoformans, es especialmente temible en los enfermos de sida (casi una de cada cinco muertes en el mundo es atribuible a él). El segundo, Candida auris, es un agente emergente".
Perspectivas futuras y consideraciones finales
Si bien es poco probable que ocurra un escenario tipo la serie "The Last of Us" en el que un hongo afecta a humanos y animales, este argumento se plantea debido a que la comunidad científica aún no ha identificado el 98 % de las especies de hongos existentes, por lo tanto, el monitoreo y la acción contra la resistencia a los antifúngicos siguen siendo una prioridad global, debido a la existencia de hongos capaces de parasitar artrópodos (insectos, arácnidos, milpiés) y modificar su comportamiento (hiperactividad, movilidad errática, mordedura de plantas, etc.).
Por lo que se explica que: "Estos hongos pertenecen al género Ophiocordyceps. En los que se han descrito mutaciones genéticas que pueden provocar cambios en las funciones neurológicas y la secreción de moléculas neurotóxicas en su huésped. Sin embargo, cada especie del género Ophiocordyceps es "superespecífica", es decir, capaz de infectar a una y solo una especie de artrópodo. Por lo tanto, es muy poco probable que uno de sus representantes pueda infectar a una especie de sangre caliente."
Finalmente, se apunta a que Candida, Aspergillus y Cryptococcus son los géneros responsables de la mayoría de las infecciones humanas, y su resistencia representa un desafío continuo, por lo que la OMS y los científicos advierten que esta es una amenaza en constante evolución que requiere atención urgente.
Fuente consultada aquí.