Los avances en la comprensión de la rosácea están impulsando el desarrollo de tratamientos y terapias para abordar los síntomas en la piel y los ojos.
En el ámbito de la dermatología, se están explorando innovadoras estrategias terapéuticas para abordar la rosácea. Entre estas se incluye el uso de toxina botulínica, derivada de la bacteria Clostridium botulinum, así como la aplicación del antidepresivo paroxetina y la investigación de un análogo de bajo peso molecular del sulfato de heparán.
Estos enfoques emergentes se basan en datos publicados en 2023 que también subrayan la naturaleza sistémica de la inflamación asociada con la rosácea, lo que ha impulsado el interés en tratar la enfermedad según sus manifestaciones fenotípicas.
Durante el Congreso ODAC de Dermatología, Estética y Cirugía de 2024, la Dra. Diane Thiboutot enfatizó el potencial terapéutico de estos nuevos enfoques. Especialmente notable fue la discusión sobre el uso de toxina botulínica, respaldada por estudios que demostraron mejoras significativas en pacientes con rosácea grave.
"¿Alguien aquí cree que tiene la rosácea bajo control? No, ojalá... todavía no", dijo.
Por ejemplo, una paciente femenina experimentó una notable mejoría después de un régimen de inyecciones periódicas de toxina botulínica, mientras que otro paciente masculino también mostró resultados prometedores.
Dosis bajas de toxina botulínica
La Dra. Susan Weinkle, co-presidenta del congreso ODAC de 2024, compartió este entusiasmo, aunque reconoció la necesidad de habilidades precisas para la administración de dosis bajas requeridas en estos tratamientos.
"Creo que tiene un potencial interesante", afirmó. "¿Cuánto de hábil eres con las manos? Porque administrar inyecciones de 0,5 unidades de manera uniforme es un poco difícil".
En el eritema de la rosácea, señaló la Dra. Thiboutot, puede producir un efecto de manchado si las inyecciones no se administran de manera uniforme.
Además de la toxina botulínica, se discutió el potencial de la paroxetina, un antidepresivo, para tratar el eritema resistente asociado con la rosácea. Este fármaco está aprobado para tratar la depresión, el trastorno obsesivo-compulsivo y la fobia social. También ha demostrado su eficacia para aliviar los síntomas vasomotores asociados a la desregulación vascular en la menopausia.
La captación de serotonina y los cambios en los receptores están estrechamente relacionados con la dilatación y la constricción vasculares, agregó la Dra. Thiboutot, por lo que la paroxetina "podría ser beneficiosa para tratar la disfunción vascular", incluso en personas con rosácea.
Se ha explorado también un análogo de bajo peso molecular del sulfato de heparán como tratamiento potencial.
En estudios recientes, se observó una reducción en el eritema en pacientes tratados con una crema que contiene este compuesto, lo que sugiere su efectividad en el manejo de la rosácea.
Además, se está investigando la posible asociación de la rosácea con la inflamación sistémica. La Dra. Thiboutot destacó la importancia de abordar esta conexión en el desarrollo de estrategias terapéuticas más amplias.
En este sentido, recomendó la guía proporcionada por la Actualización 2019 del Comité de Expertos de la National Rosacea Society como un recurso valioso para los profesionales de la salud que tratan esta afección compleja.
"No tenemos un tratamiento único que sirva para todo mundo. Tenemos que individualizarlo basándonos más en lo que vemos y en lo que experimentan las y los pacientes".
Con el tiempo, los tratamientos para la inflamación sistémica también podrían aportar beneficios. Al igual que ocurre con la hidradenitis supurativa y la psoriasis, "hay indicios de inflamación sistémica en algunas de las personas con rosácea", afirmó la Dra. Thiboutot.
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