La ingestión de una cantidad suficiente podría dar lugar a la absorción intestinal, provocando depresión del sistema nervioso central (SNC), coma e incluso la muerte.
Un hombre de 42 años se presentó al servicio de urgencias 90 minutos después de haber ingerido una alta cantidad de S-lon, un tipo de cemento disolvente a base de cloruro de polivinilo (PVC) en un intento de suicidio.
Al ingreso, presentaba una respiración superficial y una saturación de oxígeno del 92%. Su pulso era de 110 lpm y su presión arterial de 140/85 mmHg. Su estado neurológico mostraba una escala de Glasgow de 11/15 y pupilas reactivas.
El paciente recibió tratamiento sintomático con oxígeno a través de una máscara facial a 10 l/min, colocación de catéter y seguimiento de fluidos. Se insertó una sonda nasogástrica y se administró carbón activado. Además, se le administraron 150 ml de solución salina al 3% durante 90 minutos para prevenir el edema cerebral.
Se realizaron análisis sanguíneos, incluida una gasometría venosa, con resultados dentro de los parámetros normales. Se observó taquicardia en un electrocardiograma y una radiografía de tórax normal. Sin embargo, la condición del paciente empeoró, con deterioro neurológico y dificultades respiratorias que requirieron intubación en la unidad de cuidados intensivos (UCI).
En la UCI, el paciente fue sedado y paralizado para llevar a cabo una ventilación pulmonar y neuroprotectora. Se administraron cuidados de apoyo con úlcera de estrés y tromboprofilaxis. Se derivó a ORL para evaluar las áreas laríngea y faríngea mediante laringoscopia de fibra óptica (FOL), y los hallazgos fueron compatibles con laringitis química con glotis, epiglotis, área subglótica y vestíbulo de la laringe ligeramente inflamados, para lo que se administró dexametasona intravenosa regular.
Durante los primeros dos días, el paciente se mantuvo en ayunas y posteriormente se inició la alimentación a través de una sonda nasogástrica después de 48 horas. Sus enzimas hepáticas descendieron gradualmente hasta alcanzar niveles normales. La sedación se suspendió el tercer día, coincidiendo con una mejora en la escala de Glasgow de 10/10.
La extubación se realizó con éxito y un seguimiento mostró una resolución del edema laringofaríngeo. A pesar de tolerar líquidos claros por vía oral, el paciente manifestaba ansiedad y no toleraba la sonda nasogástrica. Los intentos de retirarla fracasaron debido a su ubicación en la nasofaringe, y los esfuerzos para desplazarla hacia la orofaringe resultaron infructuosos.
El paciente se puso muy nervioso y no respondió a los medicamentos habituales para relajarse. Por seguridad, los médicos decidieron volver a reintubarlo y sedarlo. El cirujano quitó la sonda nasogástrica, pero esto causó un poco de sangrado. Para detenerlo, pusieron una gasa con adrenalina en la nariz. También se insertó una sonda en la vejiga para hacer presión. La sonda que estaba en la nariz se había quedado atascada por un grumo al reaccionar contra el S-lon, lo que hizo que fuera difícil sacarla al principio.
Los expertos recomendaron mantener el taponamiento durante dos días. Se repitió el proceso, y la inflamación de la zona laringofaríngea había mejorado con ausencia de hemorragia significativa. Se repitió la prueba de fuga, que resultó positiva.
Se retiró el tapón nasal al cabo de 48 h y se extubó la tráquea del paciente. Se inició gradualmente la alimentación oral. Fue dado de alta el quinto día. Se derivó a psiquiatría y se organizó una endoscopia gastrointestinal (GI) superior en un centro de atención terciaria en 2 semanas. No se realizaron estudios toxicológicos, ya que no se disponía de ellos libremente en este entorno de bajos recursos.
El S-lon® es altamente inflamable y se presenta como un líquido transparente ligeramente viscoso utilizado principalmente de forma ubicua en la construcción de edificios en Sri Lanka.
Está compuesto, también, por 1-ciclohexanona (25-70%), la 3-butanona (1-15%) y la 1-acetona (0-10%). Aunque aún no se han determinado los efectos clínicos de este compuesto, sus componentes se han relacionado con neurotoxicidad, irritación de las vías respiratorias, los ojos y la piel, y lesiones hepáticas y renales retardadas.
La ingestión de una cantidad suficiente podría dar lugar a la absorción intestinal, provocando depresión del sistema nervioso central (SNC), coma e incluso la muerte.
Curiosamente, la sonda nasogástrica utilizada en este paciente era de PVC. El S ingerido probablemente provocó la amalgama del extremo distal de la SNG. Debido a las múltiples aberturas laterales distales de la sonda nasogástrica, ésta habría sido funcional hasta su extracción. Recientemente hemos conocido el caso de un varón joven que presentó obstrucción del intestino delgado 8 meses después de la ingestión de un cemento disolvente de PVC clorado y al que se le detectó una perforación ileal durante una laparotomía abierta.
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