Estos puntos han sido asociados con múltiples afecciones, incluyendo el síndrome de dolor miofascial, cefaleas tensionales, migrañas, dolor crónico en el cuello y lumbalgia.
Los puntos gatillo, conocidos coloquialmente como "nudos musculares", pueden ser una fuente significativa de dolor y molestias.
Se trata de nódulos hiperirritables dentro de bandas tensas de músculo que pueden generar dolor localizado o referido a otras zonas del cuerpo. Aunque la investigación sobre su origen y tratamiento aún está en desarrollo, estos puntos han sido relacionados con diversas afecciones como el síndrome de dolor miofascial, cefaleas tensionales, migrañas, dolor crónico de cuello y lumbalgia.
Las causas de los puntos gatillo varían, pudiendo originarse por lesiones, traumatismos, esfuerzo repetitivo, mala postura o sobrecarga muscular.
"Suelen producirse cuando un músculo se sobrecarga y se queda contraído, y las fibras permanecen estrechamente unidas", explica Shana Margolis, especialista en medicina física y rehabilitación de Northwestern Medicine en Chicago.
También pueden estar influenciados por factores como el estrés, la ansiedad y deficiencias de vitaminas y minerales, como la vitamina B12, el zinc y el magnesio.
Una hipótesis reciente sugiere que los puntos gatillo pueden deberse a un fallo en los mecanismos reguladores protectores del músculo, lo que provoca una acumulación excesiva de iones de calcio dentro de las células musculares, causando una contracción prolongada y dolorosa.
Jennifer Hankenson, de Yale Medicine, añade que "esta tensión crónica provoca cambios químicos en el músculo que probablemente causan una hipersensibilización en los receptores del dolor".
No existe una prueba diagnóstica definitiva para los puntos gatillo, por lo que los médicos los identifican mediante palpación. Si al presionar un punto específico se desencadena una respuesta de dolor o una reacción refleja, se considera una señal positiva.
Es importante distinguir los puntos gatillo de los puntos sensibles, característicos de la fibromialgia. "Los puntos gatillo pueden provocar una respuesta de contracción y aparecer en cualquier músculo, mientras que los puntos sensibles se encuentran en localizaciones simétricas y no causan dolor referido", aclara Kiran Rajneesh, neurólogo del Centro Médico de la Universidad Estatal de Ohio.
El tratamiento de los puntos gatillo varía según la persona y suele requerir un enfoque de prueba y error. Entre las estrategias iniciales se encuentran la aplicación de calor o frío, el uso de cremas analgésicas y antiinflamatorios como el ibuprofeno o naproxeno.
También se recomienda el automasaje con rodillos de espuma, pelotas de tenis o pistolas de masaje, así como mejorar la postura y la ergonomía en el trabajo. "Tendemos a vivir con la cabeza y los hombros hacia adelante. Corregir eso es esencial", enfatiza Margolis.
Otras intervenciones incluyen fisioterapia, terapias manuales como la técnica de "rociado y estiramiento", estimulación eléctrica y ultrasonidos para mejorar la circulación y relajar el músculo.
En casos más severos, pueden emplearse inyecciones en los puntos gatillo con lidocaína o esteroides, así como terapias como la punción seca y la acupuntura, que han demostrado ser efectivas en diversos estudios.
Una opción más reciente es el uso de inyecciones de plasma rico en plaquetas (PRP) para estimular la regeneración del tejido muscular. No obstante, Rajneesh advierte que "es un tratamiento costoso y las aseguradoras lo consideran experimental".
Aunque los puntos gatillo pueden reaparecer, el tratamiento adecuado permite manejarlos eficazmente. Consultar a un especialista en dolor o un fisiatra puede ayudar a encontrar el enfoque terapéutico más adecuado para prevenir su recurrencia y mejorar la calidad de vida.
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