Los jóvenes y adolescentes son los principales consumidores de estas bebidas y cuando se ingieren en combinación con alcohol, los riesgos a la salud incrementan.
La realidad es que las bebidas energizantes no dan ´alas´ y cada vez más la evidencia científica desincentiva su consumo, en especial para los adolescentes y jóvenes debido a sus potenciales riesgos para la salud.
El consumo de estos productos es común en las cafeterías de las universidades. Están disponibles en varios tamaños, sabores y precios con la promesa de que mantener despiertos a los estudiantes o mejorar el rendimiento físico y aguante nocturno.
Sin embargo, no solo los jóvenes consumen las bebidas energizantes, los niños y niñas también. De hecho, en 2013, un estudio realizado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria advirtió que aproximadamente un 16 % de los niños (de 3 a 10 años) consumía bebidas energéticas de manera habitual.
¿De qué están compuestas las bebidas energizantes?
Las bebidas energéticas son aquellas que tienen un alto contenido en cafeína y azúcar (sus dos ingredientes principales), y otros estimulantes. Tienen un valor nutricional prácticamente nulo.
Una lata de 250 mililitros de la marca líder del sector contiene 80 miligramos de cafeína y la ingesta máxima de cafeína no debería superar los 3 miligramos por kilo de peso de una persona. Es decir, 150 miligramos para un adolescente de 50 kilos. Cada lata de Monster de 500 mililitros ya contiene 160 miligramos y supera esa cantidad.
En relación con la cantidad de azúcares, las bebidas energéticas suelen aportar entre 27,5 y 60 gramos por cada 250 mililitros y 500 mililitros, respectivamente. O lo que es lo mismo: el equivalente a 11-12 cucharaditas de azúcar, o a unas 220-240 kilocalorías, por cada envase de 500 mililitros.
¿Por qué son un peligro para la salud?
Se estima que el 70 % de las personas desconoce la composición de las bebidas energéticas, o cuáles son sus posibles efectos secundarios.
Varias fuentes médicas refieren que entre los efectos más frecuentes y potencialmente fatales asociados a las bebidas energizantes en menores se encuentran las convulsiones, latidos irregulares del corazón, falla hepática y presión arterial demasiado elevada.
Los Institutos Nacionales de la Salud (NIH por sus siglas en inglés) advierten que cada vez hay más evidencia "que demuestra que las bebidas energizantes pueden tener serios efectos sobre la salud, particularmente en niños, adolescentes y jóvenes adultos".
Por su parte, un estudio de la Facultad de Medicina de la UNAM, explica que las sustancias presentes en las bebidas energizantes incrementan el estado de alerta porque interfieren con el proceso biológico del sueño, bloquean los receptores de adenosina y favorecen la liberación de catecolaminas (hormonas producidas por las glándulas suprarrenales como respuesta al peligro y que estimulan la respuesta de lucha o huida).
Cabe aclarar que estas bebidas no contienen por sí solas sustancias que proporcionen un verdadero contenido energético, sino que, al ser una serie de sustancias combinadas, provocan una hiperestimulación del sistema nervioso, provocando signos como alerta, excitación, insomnio y ansiedad.
Por último, hay que recordar que es habitual combinar el consumo de estas bebidas con alcohol. Y que, al enmascarar los efectos depresores del alcohol, como el sueño y el cansancio, el riesgo de intoxicación etílica aumenta.
Fuente consultada aquí.