El consumo de alcohol ocasiona daños en la sustancia blanca cerebral, los cuales persisten y se agravan notoriamente durante la abstinencia.
Un estudio dirigido por el Instituto de Neurociencias (IN), centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad Miguel Hernández de Elche, ha descubierto una vía para frenar el deterioro de la sustancia blanca en el cerebro de pacientes con trastorno por consumo de alcohol. Este hallazgo, publicado en Psychiatry and Clinical Neurosciences, revela que la alteración de esta sustancia es central en la patología, no un daño colateral, abriendo así una nueva vía terapéutica para prevenir recaídas.
Los equipos de investigación de los laboratorios de Plasticidad de las Redes Neuronales y Biomarcadores de Imaging Translacional del IN, liderados por Santiago Canals y Silvia De Santis respectivamente, previamente demostraron que el consumo de alcohol ocasiona daños en la sustancia blanca cerebral, los cuales persisten y se agravan notoriamente durante la abstinencia. En este estudio, no solo han validado los hallazgos previos en un nuevo grupo de pacientes, sino que también han empleado un enfoque no invasivo basado en la estimulación magnética transcraneal profunda (Deep TMS) para prevenir la progresión de estos daños durante la fase de abstinencia.
"Se trata de una técnica neuromoduladora no invasiva que consiste en la aplicación de un campo magnético de forma repetida sobre la cabeza. Así, se genera un campo eléctrico que aumenta la excitabilidad y activa grandes poblaciones de neuronas" explicó Mohamed Selim, primer autor del artículo. Adicionalmente, el investigador resalta que, aunque la TMS no sea una técnica clínicamente sencilla debido a la necesidad de instalaciones específicas, ha sido previamente empleada con éxito en el tratamiento de otras adicciones, como el tabaquismo, arrojando resultados positivos.
En este estudio, con la colaboración de investigadores de la Universidad Ben-Gurion (Beer Sheva, Israel), del Hospital Universitario de Linköping (Suecia) y del Instituto Central de Salud Mental (Mannheim, Alemania), se aplicó el tratamiento de TMS de manera regular durante varias semanas a un grupo de pacientes en desintoxicación. Para descartar posibles efectos placebo, se llevó a cabo una simulación de la estimulación en un grupo de control.
Los investigadores capturaron imágenes cerebrales de los pacientes antes y después del tratamiento. Confirmaron que solo aquellos que recibieron la estimulación mediante TMS experimentaron una detención en la progresión de la alteración en la microestructura de la sustancia blanca, común cuando los pacientes dejan de beber. De manera aún más significativa, tres meses después del tratamiento, se observó una disminución en los índices de recaída, indicando resultados estables a largo plazo.
Los resultados logrados son producto de una colaboración internacional que permitió a diversos grupos de investigación compartir su experiencia sobre el trastorno por consumo de alcohol. Santiago Canals, investigador del IN, resalta la importancia de esta colaboración entre expertos: "Gracias a nuestro consorcio amplio, pudimos integrar la tecnología TMS, la imagen cerebral estructural y funcional, así como la experiencia clínica y perspectiva de experimentación básica. Estas colaboraciones son fundamentales para establecer una estructura de investigación traslacional con un impacto real en la clínica".
El trastorno por consumo de alcohol, la forma más común de adicción, se caracteriza por un consumo excesivo y prolongado de alcohol. Representa una carga social significativa, contribuyendo al 3,8% de muertes femeninas y al 12,2% de muertes masculinas entre la población de 15 a 49 años a nivel mundial. Esta enfermedad crónica sigue ciclos de sobriedad y recaída, siendo el principal desafío, junto con la prevención, romper estos ciclos para evitar la reanudación del consumo.
La sustancia blanca conecta regiones cerebrales mediante axones y células de la glía. Según la investigadora Silvia De Santis, la alteración de su microestructura en pacientes se relaciona con el consumo de alcohol y se asocia con una disminución en la mielina. Estos resultados se replicaron en modelos animales, permitiendo estudiar las bases biológicas de este cambio.
El equipo consideró la sustancia blanca como diana terapéutica, pensando que la estimulación cerebral podría regenerarla mediante la plasticidad de la mielina. Este proceso protegería el cerebro y ayudaría a prevenir recaídas al generar más mielina cuando las células detectan actividad neuronal. Además, las células progenitoras maduran, aumentando la capacidad para mielinizar los axones.
Después de verificar que el tratamiento con TMS protegía y restauraba la función de las zonas de la sustancia blanca estimuladas durante la abstinencia, los investigadores observaron que la comunicación entre estas regiones cerebrales se asemejaba más a la de individuos sanos que a la de aquellos con trastorno por consumo de alcohol. Los pacientes informaron de una menor ansia por el consumo y, a los tres meses, se registró una disminución en las recaídas.
Actualmente, los investigadores buscan examinar detalladamente el mecanismo de plasticidad con el propósito de desarrollar terapias aún más efectivas. Santiago Canals concluyó que, "Nuestro objetivo es refinar los protocolos de estimulación cerebral y considerar la combinación, posiblemente con tratamientos farmacológicos, para aprovechar al máximo la ventana terapéutica que hemos identificado".
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