Esta técnica, a través de una toalla higiénica menstrual, espera poder descubrir el virus del papiloma humano con mayor rapidez, garantizando un diagnóstico temprano.
Actualmente, se asevera que un porcentaje de las personas que tienen vida sexual activa, entran en contacto con los virus del papiloma humano, y aunque en una dimensión general, no tiene consecuencias en la salud de los portadores.
Por otro lado, hay un porcentaje que sí desarrolla consecuencias en su salud, desencadenando problemas graves como el cáncer de cérvix, boca, pene, ano o vagina, entre otros, que en su mayoría se diagnostican tarde, debido a que el VPH tiene una invisibilidad somática, al no presentar síntomas evidentes.
En un país desarrollado y con altos recursos, como son los Estados Unidos, el 52% de los cánceres de útero que se detectan (y que están causados en una inmensa mayoría por la infección por VPH) están avanzados, y la mitad se detectan en mujeres que nunca se han sometido a pruebas de detección, cifras del medio Medscape, así pues este porcentaje se incrementa en los países con menores recursos.
Estos datos evidencian la necesidad de encontrar nuevos métodos diagnósticos que alcancen a la población más vulnerable de manera temprana, cuando sus peores efectos son aún prevenibles. En esta línea, un ensayo clínico que están llevando a cabo investigadores indios propone un enfoque sorprendente: usar toallas sanitarias menstruales.
El trabajo supone la culminación de una idea que ya venía estando pendiente en la comunidad científica desde tan atrás como 2010, cuando un grupo de clínicos hongkoneses demostró que las toallas sanitarias ofrecen resultados fiables en las pruebas de detección del virus. Por este método, se logra una sensibilidad del 82,8%, una especificidad del 93,1% y unos valores predictivos positivo y negativo del 90% y el 87,9% respectivamente.
El valor de esta noticia, por tanto, no es tanto el descubrimiento de una nueva técnica diagnóstica como de la aplicación de una medida de salud pública adaptada a las realidades de las poblaciones vulnerables.
Los autores explican que el problema de estas mujeres no consistía tanto en una falta de información como de recursos: en el caso de las mujeres de la India a las que destinan este proyecto, el impedimento para someterse a las pruebas de detección estaba en que el trayecto y la estancia en el hospital les suponía perder el salario del día, algo que en muchos casos no pueden permitirse. Y una situación similar se da en grupos humanos desfavorecidos de todo el mundo, no solo en los países en vías de desarrollo.
Así, ejemplifica la pertinencia de encontrar métodos autodiagnósticos para enfermedades comunes que en una proporción considerable de casos (en el caso del VPH, la incidencia del cáncer de cuello de útero se cifra entre el 5 y el 10% de las mujeres afectadas) producen consecuencias graves.
Con todo, el método no basta, por si solamente, como estrategia preventiva del cáncer cervical; como defienden, debe ir acompañado del esfuerzo de los gobiernos de establecer procedimientos estándar de detección en las toallas menstruales. Por tanto, es también una cuestión de voluntad política.