Esta enfermedad se clasifica en cuatro categorías según la gravedad y el embarazo por sí mismo, no es un factor que altere los niveles de la misma.
Ten en cuenta que el asma es una enfermedad crónica pulmonar, y que puede afectar tanto tu salud, como la del bebé. Si estás llevando a cabo un tratamiento que controle esta afección de manera efectiva, pocos son los riesgos de complicaciones que se puedan presentar durante el embarazo.
Esta enfermedad se clasifica en cuatro categorías según la gravedad y el embarazo por sí mismo, no es un factor que altere los niveles de la misma. Ahora bien, si se trata de asma grave desde antes de la gestación, los síntomas pueden hacerse más notorios e incluso empeorar.
Medicamentos para el asma en el embarazo
Independientemente de la afección, los medicamentos en el embarazo siempre han de representar un riesgo, por eso es tan importante evitar la automedicación. Sin embargo, la mayoría de los fármacos para el asma pueden ser administrados en mujeres embrazadas sin ningún tipo de inconveniente.
De hecho, especialistas aseguran que es mejor tomar medicamentos, que sufrir los síntomas del asma, puesto que el bebé puede verse afectado ante la falta de oxígeno. De igual manera, es importante asistir a controles frecuentes para evitar la sintomatología tanto como sea posible.
Toma las precauciones necesarias
Fumar es un factor de riesgo bastante grande, de manera que es vital que puedas dejar de lado el hábito en caso de tenerlo. No solo por el asma, sino por los efectos negativos que puede tener sobre tu salud y la del bebé.
Identifica las principales señales de alerta, como la tos, opresión en el pecho, sonidos anormales durante la respiración (sibilancias) y falta de aire. No está de más hablar con el profesional de la salud para la orientación de tratamientos en casa y en centros médicos.
No dejes nunca de tomar los medicamentos sin hablar con el médico y tampoco reduzcas la cantidad. Lo recomendable es esperar hasta después del parto para realizar cambios en los fármacos administrados.
Fuente: Revista Pediatría y Familia