Según los investigadores, los cambios en niveles de estrógeno podrían ser los responsables de la predisposición de AR en la población femenina.
Los cambios hormonales relacionados a la menopausia y la terapia hormonal sustitutiva pueden aumentar el riesgo de desarrollar artritis reumatoide, según un grupo de investigadores.
Asimismo, señalaron que las mujeres que tienen más de 4 hijos, podrían tener un mayor riesgo de padecer esta enfermedad, aunque ya de por sí la población femenina tiene entre dos y tres veces más probabilidades de sufrir artritis, lo que implicaría el presunto rol del estrógeno en esta incidencia.
Factores como múltiples embarazos, menopausia precoz, y haber recibido terapia hormonal sustitutiva, pueden contribuir al desarrollo de artritis reumatoide en mujeres mayores, según un nuevo estudio publicado en la revista RMD Open, en el que se recopilaron datos de 253.526 mujeres.
Los científicos a cargo del estudio, analizaron información sobre factores hormonales y reproductivos relacionados con esta enfermedad autoinmunitaria. Además, realizaron un seguimiento de las mujeres en una media de 12 años.
Durante ese tiempo, el 3.313 participantes (1,5%) desarrollaron artritis reumatoide, y aunque no hubo una diferencia significativa entre las féminas que habían estado embarazadas y las que no, los investigadores afirmaron que sí existía una asociación entre el número de hijos y el riesgo de artritis reumatoide.
Los investigadores utilizaron los 13 años como edad de referencia de la primera regla, y comprobaron que las mujeres que tenían 12 años o menos, o más de 14 presentaban un mayor riesgo de desarrollar artritis reumatoide.
Por otro lado, los investigadores informaron que las mujeres de más edad y que habían tenido hijos durante más tiempo presentaban un mayor riesgo de desarrollar artritis reumatoide, y las mujeres posmenopáusicas también presentaban un mayor riesgo.
El número de años transcurridos entre la primera regla y la menopausia son los años reproductivos. Las mujeres que tenían menos de 33 años entre ambas etapas presentaban un mayor riesgo de artritis reumatoide.
El uso de hormonas exógenas, sin embargo, no mostró una conexión directa con la artritis reumatoide, según los científicos. Aunque no se halló un vínculo claro con los anticonceptivos orales, se informó de una asociación entre el tiempo de uso de estos medicamentos y el riesgo de AR en comparación con aquellas mujeres que nunca los utilizaron.
La Dra. Kecia Gaither, ginecóloga y obstetra especializada en medicina materno-fetal, expresó su impresión sobre el estudio, calificándolo como "fascinante y novedoso". Subrayó que la observación de la implicación inherente del estrógeno en la artritis reumatoide agrega credibilidad al estudio, dada la mayor probabilidad de las mujeres de desarrollar esta enfermedad en comparación con los hombres.
Sin embargo, Gaither enfatizó que existen múltiples factores de riesgo asociados con el desarrollo de la artritis reumatoide, aparte del sexo. Factores como la obesidad, daño articular previo, enfermedad periodontal, tabaquismo, estrés y bajo nivel socioeconómico también desempeñan un papel crucial.
El estudio también destaca la necesidad de adaptar el tratamiento de la artritis reumatoide a las diferencias en la manifestación de la enfermedad entre mujeres y hombres. Las variaciones en la presentación de síntomas y los desencadenantes específicos para cada individuo requieren una aproximación personalizada.
El Dr. Michael Krychman, ginecólogo y obstetra, enfatizó la importancia de considerar el cuadro completo de la salud de una mujer, especialmente durante la menopausia, cuando la pérdida de hormonas puede afectar los síntomas de la artritis reumatoide. Destacó la necesidad de precisión en la atención médica y la adaptación de planes de salud específicos para abordar los síntomas globales de cada paciente.
El estudio también resalta la importancia de la colaboración entre profesionales de la salud, especialmente en el manejo de enfermedades crónicas como la artritis reumatoide. La revisión de datos y la colaboración estrecha entre ginecólogos y reumatólogos pueden mejorar significativamente las recomendaciones de tratamiento y reducir los errores de diagnóstico, según investigaciones previas.
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