Un estudio revela que el aspartamo, sucralosa y glicirricina alteran el desarrollo hormonal en adolescentes, especialmente en aquellos con ciertas características genéticas.
El consumo habitual de edulcorantes artificiales presentes en alimentos y bebidas procesados podría acelerar la aparición de la pubertad en niños con predisposición genética, según una investigación pionera realizada por científicos de la Universidad Médica de Taipéi.
El estudio, liderado por el doctor Yang-Ching Chen del Hospital Municipal Wan Fang de Taipéi, analizó datos de 1,407 adolescentes y encontró que el consumo de aspartamo, sucralosa, glicirricina y azúcares añadidos se asocia significativamente con un mayor riesgo de pubertad precoz central, especialmente en menores con ciertas características genéticas.
La investigación reveló patrones distintos según el sexo de los menores. En niños, el consumo de sucralosa mostró la asociación más fuerte con el desarrollo temprano de la pubertad.
En niñas, tres tipos de edulcorantes —glicirricina, sucralosa y azúcares añadidos— presentaron vínculos significativos con la pubertad precoz central.
"Este estudio es uno de los primeros en vincular los hábitos alimentarios modernos, en concreto el consumo de edulcorantes, con factores genéticos y el desarrollo de la pubertad precoz en una amplia cohorte del mundo real", declaró Chen.
Los investigadores identificaron dos vías principales por las cuales los edulcorantes artificiales pueden alterar el desarrollo puberal.
El acesulfamo de potasio (AceK) demostró desencadenar la liberación de hormonas relacionadas con la pubertad al activar las vías del "sabor dulce" en células cerebrales y aumentar moléculas relacionadas con el estrés.
Por otro lado, la glicirricina —presente en el regaliz— alteraba el equilibrio de las bacterias intestinales y reducía la actividad de genes implicados en el inicio de la pubertad.
"Esto sugiere que lo que los niños comen y beben, especialmente los productos con edulcorantes, puede tener un impacto sorprendente y poderoso en su desarrollo", explicó Chen.
La pubertad precoz central se ha vuelto cada vez más común en las últimas décadas. Esta condición puede provocar angustia emocional en los menores, resultar en una menor estatura adulta y aumentar el riesgo de futuros trastornos metabólicos y reproductivos.
El estudio forma parte del Estudio Longitudinal Puberal de Taiwán (TPLS), iniciado en 2018. De los 1,407 adolescentes incluidos, 481 fueron diagnosticados con pubertad precoz central.
Los investigadores evaluaron el consumo de edulcorantes mediante cuestionarios validados y análisis de orina, mientras que la predisposición genética se cuantificó usando puntuaciones de riesgo derivadas de 19 genes relacionados con la pubertad precoz.
Los resultados tienen relevancia directa para padres, pediatras y autoridades sanitarias. Chen sugiere que "la detección del riesgo genético y la moderación del consumo de edulcorantes podrían ayudar a prevenir la pubertad precoz y sus consecuencias a largo plazo para la salud".
El investigador anticipa que estos hallazgos podrían dar lugar a nuevas directrices dietéticas o herramientas de evaluación de riesgos específicas para niños, favoreciendo un desarrollo más saludable y permitiendo intervenciones preventivas tempranas en poblaciones de riesgo.