El síndrome metabólico es frecuente en los Estados Unidos donde alrededor de 1 de cada 3 adultos lo padece.
Aunque el síndrome metabólico no es un concepto nuevo para los profesionales de la salud; en la actualidad, es tomado como una referencia necesaria a la hora de evaluar a los pacientes. De hecho, el síndrome metabólico se ha convertido en una herramienta para calcular el riesgo cardiovascular y el riesgo de diabetes tipo II.
¿Qué es el síndrome metabólico?
El síndrome metabólico es una serie de desórdenes o trastornos que se presentan al mismo tiempo y está muy vinculado a una afección denominada “resistencia a la insulina”, donde las células no responden normalmente a la insulina y la glucosa no puede ingresar a las células con tanta facilidad. Como resultado, los niveles de glucemia aumentan incluso cuando el cuerpo produce más insulina para intentar disminuir la glucemia.
¿Cuáles son los desórdenes dentro del síndrome metabólico?
Tener solo uno de los siguientes desórdenes no significa tener el síndrome metabólico, sin embargo, si se desarrollan al menos tres de estos, sí entraría dentro del síndrome metabólico:
Obesidad abdominal: Implica la acumulación y el aumento de grasa visceral (depósito de tejido graso entre los espacios de los órganos intestinales, principalmente alrededor del hígado, músculo y páncreas).
Triglicéridos mayor o igual a 150 mg/dL: Es el tipo de grasa más común en el cuerpo y proviene de esas calorías consumidas que el cuerpo no necesita de inmediato. El cuerpo las convierte en triglicéridos y los almacena en las células de grasa.
Colesterol HDL menor de 40 mg/dL en hombres y 50 mg/dL en mujeres: El colesterol HDL recoge el exceso de colesterol en la sangre y lo lleva al hígado, donde se descompone y se elimina del cuerpo. Lo ideal es que el nivel de este colesterol “bueno” sea de 60 mg/dL o más.
Presión arterial mayor de 130/85 mmHg: Cuando la presión arterial alta se mantiene alta durante mucho tiempo, el corazón bombea con más fuerza y trabaja demasiado.
Glucosa (o azúcar en sangre) mayor de 100 mg/dL: Puede ser un signo temprano de diabetes.
Resistencia a la insulina: Las células no responden a la insulina y la glucosa no puede ingresar a las células con tanta facilidad. Como resultado, los niveles de glucosa aumentan incluso cuando el cuerpo produce más insulina.
Asimismo, la evaluación del síndrome metabólico debe realizarse en todas las personas con obesidad y en aquellos que presenten algún factor de riesgo de diabetes o enfermedad cardiovascular, como hipertensión, dislipidemia o sedentarismo.
Complicaciones del síndrome metabólico
Tener síndrome metabólico puede aumentar el riesgo de desarrollar:
Diabetes tipo II: El exceso de peso facilita el desarrollo de resistencia a la insulina, que puede causar un aumento en los niveles de azúcar en la sangre. Y la resistencia a la insulina puede provocar diabetes tipo II.
Enfermedades del corazón y circulatorias: El nivel de colesterol alto y la hipertensión arterial pueden contribuir a la acumulación de plaquetas en las arterias. Estas plaquetas estrechan y endurecen las arterias, lo que aumenta el riesgo de sufrir ataques cardíacos o un accidente cerebrovascular.
Pero, ¿se puede prevenir el síndrome metabólico?
El tratamiento más importante para el síndrome metabólico es tener un estilo de vida saludable, lo que incluye:
Un plan de alimentación saludable: Limitar la cantidad de grasas saturadas, elegir una variedad de alimentos nutritivos (frutas, verduras, granos integrales y carnes magras).
Llegar a un peso corporal saludable: Perder peso debe ser una prioridad para disminuir la cantidad de grasa visceral.
Realizar actividad física regular: Al menos 30 minutos la mayoría de los días.
Mantener hábitos saludables: No fumar, no exceder el consumo de alcohol y controlar el estrés.