Las mordeduras de gato pueden dar lugar a complicaciones locales de la herida o a manifestaciones sistémicas más graves, como bacteriemia, meningitis o endocarditis.
Una mujer de 81 años, con antecedentes de trombosis venosa profunda, embolia pulmonar y accidente cerebrovascular isquémico, sin déficit residual, presentó dolor en la pantorrilla izquierda tras ser mordida por su gato 3 semanas antes.
Pocos días después del incidente, fue atendida por su médico de atención primaria, quien le prescribió un tratamiento oral con trimetoprima/sulfametoxazol y amoxicilina/clavulanato. Sin embargo, la inflamación, el eritema (enrojecimiento de la piel) y la fiebre empeoraron, por lo que acudió a urgencias.
En la evaluación inicial, la paciente presentaba eritema en la pantorrilla izquierda con sensibilidad. Se realizaron pruebas de laboratorio, y una tomografía computarizada que reveló una colección de líquido irregular de 10,8 cm × 2,1 cm × 2,0 cm en la musculatura de la pantorrilla y el tendón de Aquiles.
Tras este hallazgo, se tomó la decisión de realizar una incisión quirúrgica y un desbridamiento. Se practicó una incisión en el borde medial del músculo gastrocnemio y, una vez incisa la fascia profunda, se observó una franca purulencia. Se irrigó abundantemente la zona, se desbridó a fondo y se cerró sin apretar con la colocación de un drenaje que permaneció hasta el segundo día postoperatorio.
Durante este tiempo, en los cultivos operatorios se detectó Pasturella multocida el día 2 del postoperatorio, y en los hemocultivos del paciente se detectó estafilococo coagulasa negativo en uno de los dos frascos, lo que el equipo de enfermedades infecciosas consideró un contaminante.
La paciente fue dada de alta el día 4 del postoperatorio con Amoxicilina/Clavulánico, sin embargo, el día 7 del postoperatorio, en los cultivos operatorios de la paciente creció Bacteroides pyogenes.
La paciente acudió al médico especialista en enfermedades infecciosas, quien le recomendó que continuara con el tratamiento de 4 semanas de Amoxicilina/Clavulánico basándose en las sensibilidades actualizadas.
En el seguimiento más reciente, su dolor había mejorado mucho y la incisión de la pantorrilla izquierda se había curado. No ha experimentado ningún síntoma residual del tratamiento.
Las mordeduras de animales representan el 1% de todas las visitas a urgencias cada año, de las cuales las mordeduras de gato suponen aproximadamente entre el 5% y el 20% de estas.
En el caso de las mordeduras de gato, estas pueden dar lugar a complicaciones locales de la herida o a manifestaciones sistémicas más graves. Aun así, muchos pacientes que sufren mordeduras de gato sólo buscan atención médica una vez que la herida de la mordedura ha progresado más allá de una simple herida punzante.
Cuando estas lesiones progresan a infecciones más graves, se entiende que es el resultado de polimicrobios. De hecho, un estudio reciente (Talan et al), descubrió que en el 75% de los cultivos de heridas por mordedura de gato crecía Pasteurella multocida, la especie más común aislada de la orofaringe felina.
Este estudio también demostró que las mordeduras de gato también pueden infectarse con bacterias aerobias como estreptococos, estafilococos, Moraxella y Neisseria, o patógenos anaerobios como fusobacterium, Bacteroides, Porphyromonas y Prevotella.
El aislamiento del patógeno correcto y la terapia antimicrobiana adecuada son vitales para ayudar a minimizar la progresión de las heridas por mordedura. Las heridas por mordedura pueden causar infecciones locales como celulitis, formación de abscesos y tenosinovitis. Si no se tratan adecuadamente, las infecciones locales pueden dar lugar a manifestaciones más graves como bacteriemia, osteomielitis, meningitis y endocarditis.
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