Una investigación con más de 200.000 adultos reveló que quienes sufren molestias persistentes en varias partes del cuerpo tienen hasta un 75% más de probabilidades de desarrollar presión arterial alta.

Un estudio científico del Reino Unido demostró que el dolor crónico no es solo una molestia pasajera: puede convertirse en un factor de riesgo significativo para desarrollar hipertensión arterial, una condición que afecta al corazón y las arterias de manera permanente.
La investigación, publicada en la revista Hypertension de la Asociación Americana del Corazón, analizó los casos de más de 206.000 adultos y encontró una relación directa entre el dolor persistente en múltiples áreas del cuerpo y el aumento de la presión arterial.
"El dolor más extendido eleva más el riesgo de desarrollar presión arterial alta", explicó Jill Pell, profesora de la Universidad de Glasgow y coautora del estudio.
Los resultados mostraron que quienes experimentan dolor crónico distribuido en todo el cuerpo presentan un riesgo un 75% mayor de hipertensión en comparación con personas sin dolor.
El dolor abdominal crónico, por su parte, incrementó ese riesgo en un 43%, mientras que las molestias en cuello, caderas, espalda y cefaleas mostraron porcentajes similares, aunque menos pronunciados.
Los investigadores identificaron dos factores clave que amplifican esta relación: la depresión y la inflamación. "Parte de la explicación fue que el dolor crónico aumenta la posibilidad de depresión, y la depresión eleva el peligro de hipertensión", señalaron los expertos.
Este hallazgo sugiere que detectar y tratar tempranamente los síntomas depresivos en pacientes con dolor crónico podría ser una estrategia efectiva para reducir los casos de presión arterial alta en la población adulta.
La inflamación, medida a través de la proteína C reactiva en análisis de sangre, también se asoció al aumento del riesgo, aunque con un impacto menor que la depresión.
El estudio siguió a voluntarios de entre 40 y 69 años durante un promedio de 13,5 años. Los participantes respondieron cuestionarios sobre dolor reciente, su duración, áreas afectadas y síntomas depresivos como desánimo o falta de energía.
Durante el seguimiento, casi el 10% de los participantes desarrolló hipertensión. Los datos revelaron que la mayoría de quienes reportaron dolor eran mujeres (61,7%) y tendían a presentar estilos de vida menos saludables y un índice de masa corporal más alto.
Los investigadores hicieron un llamado a los profesionales de la salud para que presten mayor atención a pacientes con dolor crónico. "Cuando se atiende a personas con dolor, los trabajadores de la salud necesitan saber que corren un riesgo más alto de tener presión arterial alta", advirtió la doctora Pell.
Daniel Jones, presidente de la Guía 2025 sobre Presión Arterial Alta de la Asociación Estadounidense del Corazón, destacó la importancia del estudio:
"Se sabe que sentir dolor puede elevar la presión arterial a corto plazo, pero hemos sabido menos sobre cómo el dolor crónico afecta la presión arterial. Este estudio agrega información a ese conocimiento".
El equipo científico reconoció que los resultados podrían variar en poblaciones más jóvenes o en otros países, ya que los datos se basaron en autoevaluaciones y registros médicos del Reino Unido. Sin embargo, el hallazgo abre la puerta a nuevas estrategias de prevención cardiovascular que consideren el manejo integral del dolor, la salud mental y el control de la inflamación.