Las úlceras varicosas son la manifestación visible de una insuficiencia venosa crónica: más del 80% de las úlceras en las piernas tienen su origen en varices y en la hipertensión venosa producida por válvulas que dejan de funcionar.

Las úlceras en las piernas representan un problema de salud significativo, con más del 80% de estos casos vinculados directamente a varices e insuficiencia venosa crónica.
Conocidas médicamente como úlceras varicosas, estas heridas persistentes son la manifestación cutánea de un problema vascular subyacente que requiere atención especializada.
La causa fundamental de las úlceras varicosas reside en la hipertensión venosa, un fenómeno que ocurre cuando la sangre refluye debido a la presencia de venas perforantes que han perdido la función valvular.
Esta presión elevada se transmite progresivamente a los tejidos circundantes, comprometiendo la microcirculación y desencadenando finalmente la formación de la úlcera.
Los pacientes que desarrollan úlceras varicosas experimentan típicamente una constelación de síntomas característicos.
Además de las lesiones visibles en las extremidades inferiores, es común la presencia de calambres nocturnos, dolor persistente en piernas y una sensación de cansancio permanente. Muchos afectados describen una pesadez incapacitante que empeora a lo largo del día y con el calor.
Aunque la exploración física suele ser suficiente para establecer el diagnóstico inicial, la evaluación completa requiere estudios complementarios.
Entre las herramientas disponibles, el eco-doppler-color emerge como la prueba que proporciona mayor información, permitiendo visualizar el flujo sanguíneo y identificar los puntos específicos de reflujo venoso.
En casos seleccionados, puede ser necesaria la realización de una flebografía con contraste para obtener imágenes más detalladas del sistema venoso.
El abordaje efectivo de las úlceras varicosas comienza con una valoración precisa del grado y tipo de insuficiencia venosa que presenta cada paciente. Identificar correctamente la causa de la hipertensión venosa resulta esencial para aplicar la terapia más adecuada y prevenir recurrencias.
El tratamiento clásico se ha basado tradicionalmente en la compresión elástica, el reposo y la elevación de las piernas, medidas que ayudan a reducir la presión venosa y favorecen la cicatrización. Los apósitos y curas locales contribuyen al control de la herida, pero resulta crucial comprender que por sí solos no solucionan el problema de fondo.
El objetivo terapéutico principal se centra en corregir la insuficiencia venosa que provoca la úlcera. Dependiendo de las características de cada caso, esto puede lograrse mediante diferentes tratamientos para las varices, como la ablación térmica mediante láser o radiofrecuencia, la cirugía convencional, la escleroterapia con microespuma o una combinación de estas técnicas.
Estas intervenciones, realizadas habitualmente de forma ambulatoria y con técnicas mínimamente invasivas, permiten eliminar la causa primaria de la hipertensión venosa y conseguir la cicatrización de la úlcera en pocas semanas, reduciendo significativamente el riesgo de recurrencia.
La atención de estas patologías requiere servicios especializados como el Servicio de Cirugía Vascular de la Clínica Universidad de Navarra, que cuenta con tecnología de última generación para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades vasculares.
Estos centros disponen de quirófanos específicamente equipados para cirugía vascular y ofrecen tratamientos innovadores dentro de un entorno de calidad asistencial.
El manejo integral de las úlceras varicosas representa así un ejemplo de cómo la medicina vascular contemporánea aborda no solo las consecuencias visibles de la enfermedad, sino sus causas profundas, devolviendo la calidad de vida a pacientes que padecen esta condición crónica y discapacitante.