Pese a años de advertencias, la calidad del aire en Puerto Rico no mejora. Estudios advierten que se necesitan medidas gubernamentales
Puerto Rico enfrenta un serio problema de contaminación ambiental relacionado con su modelo de generación de energía eléctrica, que depende en gran medida de combustibles fósiles. Este sistema no solo afecta la calidad del aire, sino que tiene repercusiones significativas en la salud pública y el medio ambiente.
Las áreas más afectadas por la contaminación en Puerto Rico incluyen la región metropolitana de San Juan, Ponce y Mayagüez. Estas zonas, donde se encuentran las principales plantas de energía, experimentan altos niveles de emisiones contaminantes. La Central San Juan, la Central de Aguirre y la Central de Ponce son ejemplos clave, donde la quema de carbón y diésel genera emisiones tóxicas que impactan la salud de los residentes cercanos generando enfermedades respiratorias.
Las consecuencias de la contaminación son alarmantes. Estudios retomados por el pediatra y expresidente del Colegio de Médicos de Puerto Rico, doctor Víctor Ramos, han vinculado la exposición a contaminantes atmosféricos con un aumento en enfermedades respiratorias como asma y bronquitis, así como enfermedades cardiovasculares. Además, la exposición prolongada a metales pesados y otras sustancias tóxicas se ha asociado con un incremento en casos de cáncer y problemas neurológicos, especialmente en niños.
El especialista advierte que muchas personas no se percatan de la mala calidad del aire, sin embargo, con el tiempo sus pulmones serán los más afectados.
En respuesta a la crisis ambiental, el Gobierno de Puerto Rico ha tomado varias medidas. La Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) ha iniciado un proceso de transición hacia fuentes de energía renovable, con el objetivo de alcanzar un 40% de generación a partir de fuentes limpias para 2025. Sin embargo, esta transición enfrenta desafíos significativos, incluyendo la falta de inversión y la resistencia de sectores industriales.
Además, se han implementado regulaciones más estrictas sobre emisiones y se han promovido iniciativas para fomentar la eficiencia energética. No obstante, críticos argumentan que las acciones son insuficientes y que se necesita un enfoque más agresivo para abordar la dependencia de combustibles fósiles y mitigar los impactos en la salud pública.
El panorama de contaminación ambiental en Puerto Rico, derivado de la generación de energía eléctrica, plantea serios desafíos para la salud y el bienestar de su población. A pesar de los esfuerzos gubernamentales por diversificar la matriz energética, es crucial que se aceleren las acciones para garantizar un futuro más saludable y sostenible para la isla.
La crítica más grande está relacionada con el hecho de que la EPA (Environmental Protection Agency Offices) parece no estar adelantando medidas suficientes para evitar que la calidad del aire mejore.