Estos avances demuestran el compromiso continuo de la comunidad médica oncológica en mejorar los resultados y la calidad de vida de los pacientes pediátricos a través de la innovación en técnicas de radioterapia.
La radioterapia ha experimentado avances significativos en la oncología pediátrica, con un enfoque creciente en la precisión en la localización de tumores y la administración de dosis.
Durante el XXXV Congreso Latinoamericano de Oncología Pediátrica, la Dra. Stephanie Bolle del Departamento de Radioterapia del Campus Oncológico Gustave Roussy, en Francia, expuso sobre estos avances y los desafíos actuales en la irradiación de pacientes pediátricos.
La Dra. Bolle compartió que la evolución de la radioterapia en los últimos 50 años ha estado marcada por esfuerzos para reducir, evitar o posponer su uso en oncología pediátrica, minimizando el volumen objetivo gracias a la quimioterapia combinada.
Estos esfuerzos buscan, a su vez, mejorar el control tumoral mediante quimioterapia de dosis alta, en combinación con cirugía y radioterapia. La introducción de nuevos fármacos basados en la medicina de precisión también ha sido un factor crucial en esta evolución.
En la década de los 90, la aceleración lineal de electrones representó un gran avance, aunque no fue suficiente para mitigar los efectos secundarios en los pacientes. Actualmente, se emplea la radioterapia de intensidad modulada, considerada la técnica más avanzada para estos tratamientos.
La radiocirugía estereostática y la radioterapia corporal estereostática también han ganado popularidad, destacándose por su precisión, que requiere la localización exacta del tumor mediante resonancia magnética o tomografía computarizada, combinada con la inmovilización del paciente.
La terapia con haz de protones es otra técnica en expansión, especialmente en Estados Unidos y Europa, aunque su costo limita su disponibilidad. Esta modalidad permite reducir la radiación al tejido normal adyacente en comparación con otras formas de radioterapia, lo que ha mejorado significativamente el tratamiento de tumores como el meduloblastoma.
Un enfoque particular en Francia ha sido el hiperfraccionamiento en el tratamiento de meduloblastomas, que permite reducir la dosis de radiación cardioespinal, aunque este protocolo de seis semanas puede ser un desafío logístico para los pacientes que viven lejos de los centros de tratamiento.
La re irradiación en pacientes con glioma pontino intrínseco difuso también ha mostrado beneficios tanto en la supervivencia como en la mejora de síntomas, lo que subraya la importancia de la radioterapia como herramienta clave para mejorar la calidad de vida en estos casos.
En la irradiación pélvica curativa, se busca no solo tratar el tumor, sino también preservar la calidad de vida del paciente, en particular en términos de fertilidad y función endocrina.
La Dra. Bolle también mencionó la braquiterapia, una técnica utilizada en su institución durante muchos años por sus ventajas, incluyendo un excelente control local y una baja incidencia de efectos secundarios graves a largo plazo
Finalmente, la especialista subrayó que en pacientes pediátricos muy jóvenes, la necesidad de mantener la inmovilidad durante la radiación representa un desafío, lo que ha llevado a explorar métodos visuales distractores para facilitar el tratamiento.
Fuente consultada aquí.