La terapia implica la modificación de las células T del paciente para que expresen antígenos específicos dirigidos a las células malignas del linfoma.
Los linfomas se caracterizan por la proliferación anormal de linfocitos que afectan el tejido linfático y, por lo general, suelen manifestarse mediante el agrandamiento de los ganglios linfáticos. Los tipos más comunes son linfoma de Hodgkin y no-Hodgkin.
Sin embargo, hay células linfoides en varios órganos del cuerpo, por lo que este tipo de cáncer puede afectar, por ejemplo, el tubo digestivo, el bazo, el hígado, el pulmón, la médula ósea, entre otros.
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El Dr. Cristian Rodríguez, hematólogo oncólogo, explicó en exclusiva a la Revista Medicina y Salud Pública que de los linfomas de Hodgkin, el más común agresivo, es el linfoma de células B grandes, y también el linfoma de manto.
Por otra parte, el linfoma folicular es parte de los no Hodgkin, y es el más común indolente. “No obstante, la mayoría son indolentes, pero la mayoría de las veces pueden ser de crecimiento más rápido, y pueden crear síntomas”.
Además, es importante tener en cuenta que los tipos de linfoma agresivos suelen ser de crecimiento rápido, pueden crear más sintomatología como pérdida de peso, fiebre o sudoración nocturna.
El Dr. Rodríguez menciona que su campo de acción tiene que ver más con la recurrencia de estas enfermedades, o cuando no hay una respuesta a la primera línea de terapia. Por ello, y en el caso específico del linfoma de células B grande, se han aplicado nuevos fármacos que han mejorado significativamente la respuesta en primera línea de la enfermedad en un subgrupo de estos pacientes, de la segunda línea en adelante, también hay fármacos nuevos.
“Yo diría que estamos en la época de la terapia celular”, mencionó. “Hay una terapia importante, que es se llama CAR T que coge la célula T del paciente, especialista en eliminar los cánceres y células malignas, pero los linfomas se le pueden esconder al sistema inmune y evita que la célula T se active y destruya las malignidades”.
Una de las maneras con las que se le da manejo en la actualidad a este proceso, se conoce como leucoféresis, y consiste en la extracción de esta célula.
“Se extrae la célula T, se envía a una fábrica para, a nivel de bioingeniería, modificarla para que exprese un antígeno de elección dirigido a otra proteína altamente expresada en el linfoma”.
Esto va a hacer que, una vez la célula es implantada nuevamente en el organismo del paciente, la célula T se active segregando citoquinas para contribuir a la destrucción de la célula enferma.
“Mediante estos procesos se han logrado remisiones bien altas”, mencionó. “Hay unos estudios que demuestran que aquellos pacientes que tienen esta enfermedad, cuando han pasado más de dos líneas de terapia, son resistentes, o tienen recaída después de un trasplante, la sobrevida promedio son seis meses. Con esta terapia de CAR -T se han logrado respuestas globales, cerca del 50 al 45% de los pacientes logran una remisión completa sostenida”.