El especialista ostenta con orgullo la bandera de la educación, investigación y visibilización de la condición en Puerto Rico.
La vocación con la que el Dr. Ángel Chinea con los pacientes de Esclerosis Múltiple (EM) lo ha llevado a convertirse hoy día en el director médico de la Fundación de Esclerosis Múltiple de Puerto Rico y su propia clínica de investigación, que surgió luego de que los especialistas del país observaran la necesidad en la Isla de un lugar centrado en atender a esta población debido al aumento en las estadísticas de esta condición neurológica.
Para el año 1999, el doctor Chinea recibió una noticia de un compañero que falleció a causa de esta condición neurológica, y de allí, encontró que las cifras reflejaban una prevalencia significativa en Puerto Rico pero nadie realmente entendía porqué.
El doctor Chinea supo desde entonces que ese era el camino a seguir, por lo que se dedicó a asistir a diferentes congresos, tomando diferentes entrenamientos en varias clínicas de los Estados Unidos, sobre todo en Atlanta, en donde compartió con otro colega de nombre Stuart, quien fue uno de sus mentores.
El doctor Charles Poser, quien es uno de los primeros en crear los criterios iniciales de la Esclerosis Múltiple, lo acompañó en esos primeros pasos y le ayudó a crear el cuestionario para poder hacer un registro y le ayudó en la formación estructural de lo que ya tenían como la Fundación de la Esclerosis Múltiple.
Una vez que comenzaron con la clínica, el primer centro de esclerosis múltiple en Puerto Rico, comenzaron a ver el número de casos, el cual se iba incrementando, pero, una pregunta que le hicieron unos colegas: "doctor Chinea, ¿por qué esclerosis múltiple?", a lo cual el dedicado médico tuvo que detenerse y pensar en todos esos pacientes a los cuales les había comenzado a hacer el diagnóstico, que ya llevaban tiempo con la condición y habían visto ese deterioro, recordando que en la década de los noventa no contaban con ningún tratamiento para detener la enfermedad.
Lo único que tenían para ese momento eran medicamentos esteroides, así que, luego de que llegasen los medicamentos – o los primeros inyectables-, comenzaron a ver un control sobre la enfermedad en estos pacientes. Allí supo la respuesta a la pregunta que le habían formulado: "me apasiona poder controlar la enfermedad en estos pacientes, ver cómo yo puedo aliviar el dolor, la carga de la enfermedad, que hasta entonces no habían logrado controlar".
A partir de allí, decidieron continuar haciendo diferentes estudios, evaluando sobre todo la población hispana que, en ese momento y comparado con los Estados Unidos, no contaba con muchos estudios, ni con un registro organizado. Tampoco se sabía qué tipo de pacientes estaban en Puerto Rico con la condición de Esclerosis Múltiple.
Hoy día el doctor Chinea manifiesta que ya pueden hablar claramente sobre cuáles son las características de esta población, cuáles son los números que tienen en Puerto Rico, los cuales están sobre los tres mil pacientes que han sido registrados. En San Juan, la clínica cuenta con más de un 50% de los pacientes. En ese mismo espacio tienen cuatro salones y cada paciente tiene una historia diferente que contar y eso "sí me mueve", expresa el doctor, "el poder lograr entender cada historia de cada paciente y ver cómo yo puedo entrar en esa historia para poder ayudarlo, eso sí me mueve".
También han creado un programa de educación con una de las escuelas de medicina, viendo la necesidad de poder hacer un diagnóstico temprano, en el que recibe estudiantes de tercero y cuarto año y ellos aprenden cómo interpretar las historias de cada paciente, lo cual hace que "en un futuro, cuando ya estén en una sala de emergencia, en su consultorio o en el hospital, puedan entender a ese paciente que está hablando de un dolor crónico, de una fatiga, de mareos que le impiden mantener un balance", expresa el doctor Chinea.
"Si el paciente tiene un déficit motor o una pérdida visual, son cosas que se pueden medir... son muchas cosas las que nos mueven, sobre todo ayudar a los pacientes en esa jornada que, a veces, puede ser muy leve y llevadera o aquellos que están severamente afectados (motricidad)", afirma el experto.
Lo que más desean, no es solo hacer cosas por lo que observan, sino atender los síntomas invisibles, que muchas veces son los más incapacitantes para el paciente "y eso sí me mueve", como reafirma el especialista, "ayudar a los pacientes, ayudar a los familiares, a sus compañeros, a los cuidadores y me mueve también educar a todo ese equipo que formamos parte del tratamiento del paciente, así que me mueve mucho la educación", enfatiza el reconocido galeno.