El pronóstico de los pacientes con síndrome de fatiga crónica varía; algunos mejoran con el tiempo, otros luchan constantemente contra los síntomas.
El síndrome de fatiga crónica (SFC), también conocido como encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica, es un enigma médico que desafía los límites de nuestro entendimiento. Más allá de la fatiga persistente que supera los seis meses, el SFC arroja una sombra de incertidumbre sobre una serie de síntomas complejos y variados. Estos síntomas abarcan desde trastornos cognitivos hasta dolores musculares, sin una causa subyacente discernible.
En este contexto, el tratamiento se convierte en una empresa igualmente compleja. Va desde la validación de la discapacidad del paciente hasta intervenciones terapéuticas específicas, como la terapia cognitivo-conductual y programas de ejercicio graduado.
Una enfermedad compleja y subestimada a lo largo de la historia
Aunque este síndrome afecta a una minoría de la población, su impacto es desproporcionadamente significativo en la vida de los afectados. A pesar de que un porcentaje considerable de personas reportan fatiga crónica, solo un pequeño grupo cumple con los criterios diagnósticos precisos del SFC. Esta discrepancia entre la prevalencia generalizada del cansancio crónico y la incidencia limitada del SFC subraya la complejidad y singularidad de esta condición médica.
La historia del SFC se remonta a siglos atrás, con referencias que se extienden hasta el siglo XVIII, bajo diversos términos como febrícula o neurastenia. Sin embargo, fue en 1988 cuando el término "síndrome de fatiga crónica" fue oficialmente acuñado. Desde entonces, los avances en la comprensión de esta enfermedad han sido graduales pero significativos, arrojando luz sobre sus mecanismos subyacentes.
Causas del síndrome de fatiga crónica
Las causas siguen siendo un rompecabezas médico que desafía nuestra comprensión. Aunque se han propuesto diversas teorías sobre su origen, que van desde causas infecciosas hasta factores genéticos, ninguna explicación ha sido completamente validada. La reciente aparición de casos del síndrome entre personas que se han recuperado de la COVID-19 ha generado un nuevo interés en explorar posibles conexiones entre enfermedades virales y trastornos crónicos como el SFC.
Además, los familiares de los pacientes con síndrome de fatiga crónica tienen un mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad, lo que podría indicar la presencia de un componente genético compartido o una exposición ambiental común.
Síntomas del síndrome de fatiga crónica
Los síntomas del SFC no se limitan simplemente a la fatiga extrema; abarcan un amplio espectro que incluye trastornos del sueño, problemas cognitivos como la "niebla cerebral" y dolores musculares generalizados. Esta compleja amalgama de síntomas hace que el diagnóstico del SFC sea un desafío, requiriendo una evaluación minuciosa para descartar otras posibles causas.
Por otro lado, el examen físico no presenta signos objetivos de debilidad muscular, artritis, neuropatía ni organomegalia. Sin embargo, algunos pacientes pueden presentar fiebre de baja intensidad, faringitis no exudativa y/o ganglios linfáticos palpables o dolorosos al tacto, pero sin signos visibles de inflamación.
¿Cómo se puede tratar este síndrome?
El tratamiento es igualmente multifacético, abordando los síntomas individuales y adaptándose a las necesidades específicas de cada paciente. Además de la terapia cognitivo-conductual y el ejercicio graduado, se pueden recetar medicamentos para tratar síntomas como la depresión, el dolor y los trastornos del sueño.
Dicho lo anterior, si estas medidas resultan ineficaces, puede ser necesario recurrir a drogas hipnóticas y/o derivar al paciente a un especialista del sueño. En el caso de pacientes que presenten dolor, generalmente debido a la presencia de fibromialgia, se pueden utilizar determinados fármacos como pregabalina, duloxetina, amitriptilina o gabapentina. Además, la fisioterapia suele ser de utilidad en estos casos. Asimismo, el tratamiento de la hipotensión ortostática puede resultar beneficioso.
A pesar de los avances en la comprensión y el tratamiento del SFC, el pronóstico para los pacientes sigue siendo variado. Mientras que algunos experimentan una mejora significativa con el tiempo, otros enfrentan una lucha continua contra los síntomas debilitantes. Sin embargo, la investigación continúa en esta área ofrece esperanza para una comprensión más profunda y, con suerte, tratamientos más efectivos para esta enfermedad enigmática.
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