Hay cambios serotoninérgicos en las personas que han tenido comportamientos autodestructivos, y la severidad de esos déficits está correlacionada con intentos futuros.
El suicidio es una preocupación crítica en la salud mental global, y las nuevas tecnologías están revolucionando las estrategias de prevención y tratamiento. María A. Oquendo, destacada psiquiatra con una trayectoria impresionante, plantea una perspectiva valiosa sobre cómo la inteligencia artificial (IA) puede transformar nuestra capacidad para identificar y abordar el riesgo de suicidio.
Oquendo, quien dirige el departamento de Psiquiatría en la Universidad de Pensilvania, ha hecho contribuciones significativas a la comprensión del suicidio a través de investigaciones avanzadas.
Su trabajo incluye el uso de la tomografía por emisión de positrones (PET) para visualizar anomalías cerebrales en personas con comportamientos suicidas. "Hay cambios serotoninérgicos en aquellas personas que han intentado suicidarse, y la severidad de esos déficits está correlacionada con intentos futuros", explica Oquendo. Esto sugiere que, en algunos casos, es posible prever tentativas de suicidio basándose en anomalías cerebrales.
El desafío de predecir el suicidio radica en su complejidad multidimensional. "Hay muchas rasgos diferentes que predicen el suicidio, pero ninguno es definitivo. Las causas son psiquiátricas, psicológicas, psicosociales y biológicas", señala Oquendo. La genética también juega un papel, pero no de manera determinante.
"En los últimos dos años se han publicado estudios que muestran que ciertos genes son más comunes en personas que intentan suicidarse, pero esto no significa que tener esos genes garantice un intento de suicidio", aclara.
Uno de los hallazgos más sorprendentes de Oquendo es que alrededor del 20% de las personas que intentan suicidarse no presentan trastornos psiquiátricos evidentes. "No se trata solo de registrar si un paciente está deprimido, tiene alcoholismo o estrés postraumático. Es complicado reconocer a los individuos vulnerables, ya que el riesgo puede existir sin manifestarse a través de trastornos psiquiátricos tradicionales", explica.
La atención primaria desempeña un papel crucial en la prevención del suicidio. "El psiquiatra tiene un papel importante, pero muchas veces el caso ya está avanzado cuando la persona llega a consulta. La atención primaria es clave para identificar a las personas en riesgo antes de que la situación empeore", subraya Oquendo. La prevención debe comenzar en etapas tempranas, y los profesionales de atención primaria tienen la capacidad de identificar señales de advertencia e intervenir antes de que los problemas se agraven.
En cuanto a la evolución de los tratamientos, Oquendo menciona que las intervenciones psicoterapéuticas han mostrado resultados prometedores. La Safety Planning Intervention en EE.UU. es un ejemplo de una estrategia que ha demostrado eficacia. Esta intervención permite a los clínicos trabajar con los pacientes para entender las causas de sus crisis y desarrollar planes de acción para desviar la ideación suicida.
La inteligencia artificial está emergiendo como una herramienta poderosa en la identificación y prevención del suicidio. Investigadores están explorando cómo el comportamiento digital puede ofrecer pistas sobre el riesgo de suicidio. "Estamos estudiando si podemos identificar un fenotipo digital de riesgo basado en el comportamiento en dispositivos, como las interacciones en redes sociales y el análisis de patrones en teléfonos móviles", afirma Oquendo.
La próxima edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM-6) podría considerar el suicidio como un diagnóstico separado o integrarlo dentro de los trastornos existentes. Finalmente, Oquendo participa en la discusión sobre cómo abordar el suicidio en el contexto de evaluaciones psiquiátricas y de atención primaria, considerando si debe ser tratado como una comorbilidad o como una condición que requiere atención específica.
Fuente consultada aquí.