En 1987 se comenzó un programa de cernimiento prenatal para el VIH en el Centro Médico de Puerto Rico. Fueron las primeras pruebas prenatales al virus dentro de la jurisdicción de Estados Unidos.
En los 80, las siglas VIH eran mal sonantes. Algo así como tener tatuada la muerte en la frente porque el monstruo llamado SIDA arrasaba con todo a su paso. Ni de los niños tenía piedad.
Por ejemplo, en 1997, una mujer embarazada y portadora del Virus de Inmunodeficiencia Humana tenía 25 porciento de posibilidad de transmitirlo a su retoño. Más exacto aún: uno de cada cuatro bebés nacían con el virus.
Sin embargo, ese ciclón de desesperanza es asunto del pasado. Cuando en 1987 se comenzó un programa de cernimiento prenatal para el VIH en la población cautiva del Hospital Universitario, en el Centro Médico de Puerto Rico, a raíz de una encuesta anónima realizada entre las mujeres embarazadas que evidenciaba que 1 de cada 71 muestras (1.8%) eran positivo al VIH, se estaba abriendo la puerta para la identificación temprana del virus en la gestante, lo que permitió abordarla con un tratamiento oportuno y adecuado.
“El acceso a investigación clínica, y a múltiples estrategias de cuidado integral, ha sido responsable de la reducción de la transmisión perinatal del VIH a cero desde el 1997, con excepción de un caso en el 2002”, cita el estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico (UPR), encabezado por la Catedrática de Obstetricia y Ginecología, Doctora Carmen D. Zorrilla.
El mérito vale muchísimo pues fue como ganar una partida al que una vez se consideraba un enemigo invencible, especialmente al fijarse bien en las estadísticas que colocaban a Puerto Rico entre las primeras 5 jurisdicciones en los Estados Unidos con las tasas más altas de casos de SIDA por población en hombres, mujeres y niños. Dicho sea de paso, para 1985 el 11.3% de los casos de SIDA en Puerto Rico se reportaron en las mujeres, cifras que aumentaron a 24.7% en 1997.
Por el fruto que cargaba en su vientre, se hizo asignatura obligada la búsqueda de estrategias que pudieran atajar el problema, para evitar que se hiciese más difícil de manejar. Fue entonces cuando se asomaron aquellas pruebas de cernimiento prenatal para el VIH.
De esta manera, las pruebas prenatales al virus que se derivaron de esa iniciativa fueron las primeras dentro de la jurisdicción de Estados Unidos. Es decir, la intervención desarrollada por un equipo científico a través del Centro de Estudios Materno Infantiles (CEMI) y el proyecto GAMMA de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico, marcaron el camino para la identificación temprana de mujeres embarazadas viviendo con el VIH.
“Debido a que la transmisión del virus ocurre durante el embarazo y el parto, hemos sido capaces de identificar a la mujer portadora durante el embarazo y ofrecerle el tratamiento a través de todo el proceso y postnatal para el bebe”, se asoma de la investigación.
Un tiempo luego, el Proyecto GAMMA de la UPR fue elegido para participar de la prueba piloto con ACTG 076. Este estudio en particular demostró que darle profilaxis con Zidovudina (AZT) a las mujeres embarazadas y portadoras de VIH reducía la probabilidad de infección perinatal. Ya en 1994, el Departamento de Salud de Puerto Rico ofreció el fármaco a toda mujer embarazada identificada con el VIH durante el cuidado prenatal, siendo el país uno de las primeras jurisdicciones en implementar una política pública de esta clase.
“Este ha sido el resultado de múltiples estrategias que implican una intervención, la difusión de resultados, y la implementación de políticas de salud pública e intervenciones médicas, tales como: asesoramiento y pruebas de VIH durante el cuidado prenatal; acceso a un cuidado integral que incluye terapias antirretrovirales durante el embarazo, parto y post parto; acceso a pruebas virológicas e inmunológicas de laboratorio; acceso a profilaxis como prevención de las infecciones oportunistas (IO); acceso a fórmula de bebé; acceso a los partos por cesárea cuando es necesario; proporcionar servicios médicos, psicológicos y sociales, así como proveer educación y apoyo; entre otras estrategias”, destaca el informe del equipo de investigadores de la UPR.
En específico, el CEMI presenta estadísticas de su trabajo por espacio de 20 años, tiempo en el que han evaluado aproximadamente 1,541 mujeres que viven con el VIH, de las cuales 612 están en seguimiento activo. Entretanto, en un periodo que recoge los últimos 10 años, se han atendido a casi 400 mujeres embarazadas que viven con el VIH y solamente un niño nació con el virus.
“Sin ningún tipo de intervenciones, por lo menos el 26% de estos niños habría sido infectado “, destaca el estudio. “Por lo tanto, las intervenciones fueron exitosas en la prevención de contagio de 103 bebés durante los últimos 10 años”.
De hecho, la prueba del VIH durante el embarazo fue endosada por los Centros de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y bastantes años después, en 2006, estos acogieron las recomendaciones de realizar los exámenes en todos los centros de salud como parte de las pruebas de rutina en las mujeres embarazadas.
Esos procedimientos que se han experimentado en nuestro país, con madres puertorriqueñas, han dado resultados excelentes y frutos universales. O sea, Puerto Rico ha sido parte de esta historia y se ha beneficiado de estos avances que salvan vidas, al igual que muchas portadoras del VIH a nivel mundial.