El arsénico en el agua potable, incluso en niveles considerados seguros por la normativa vigente, puede tener consecuencias graves para la salud cardiovascular y el desarrollo de otras enfermedades.
Un estudio de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, ha revelado que la exposición prolongada al arsénico en el agua potable, incluso en niveles inferiores al límite reglamentario federal de 10 µg/L, puede aumentar significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, especialmente cardiopatía isquémica.
Este hallazgo es especialmente relevante en la salud pública porque muestra que los niveles considerados "seguros" de arsénico en el agua potable aún presentan serios riesgos para la salud a largo plazo.
El arsénico es un elemento natural que se encuentra en la corteza terrestre y puede disolverse en fuentes de agua potable a medida que el agua fluye a través de ciertas formaciones rocosas.
En Estados Unidos, muchas comunidades dependen de acuíferos subterráneos y ríos que pueden contener concentraciones naturales de arsénico. Aunque la Agencia de Protección Ambiental (EPA) ha establecido un límite regulatorio de 10 µg/L para el arsénico en el agua potable, este nuevo estudio muestra que incluso concentraciones más bajas pueden estar relacionadas con un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
El estudio, publicado en la revista Environmental Health Perspectives, es el primero que explora la relación entre la exposición prolongada al arsénico en niveles inferiores al límite federal y el desarrollo de enfermedades cardíacas.
Los investigadores evaluaron los registros de más de 98,000 participantes del Estudio de Maestros de California, un grupo seguido entre 1995 y 2018. De los participantes, 6,119 desarrollaron cardiopatía isquémica y 9,936 enfermedades cardiovasculares, lo que permitió a los investigadores correlacionar estas afecciones con la exposición al arsénico en el agua.
El análisis encontró que el riesgo de cardiopatía isquémica aumentaba progresivamente con la exposición a mayores concentraciones de arsénico. En personas que estuvieron expuestas a niveles de arsénico de entre 5 y 10 µg/L, el riesgo de cardiopatía isquémica aumentó un 20%.
Para aquellos expuestos a niveles iguales o superiores a 10 µg/L, el riesgo se duplicó. Esto demuestra que incluso las concentraciones de arsénico por debajo del estándar regulatorio pueden causar un daño significativo a largo plazo.
El estudio también planteó que los efectos de la exposición al arsénico no son uniformes en todas las comunidades. Las concentraciones más altas de arsénico en el agua potable suelen afectar de manera desproporcionada a comunidades hispanas y latinas, así como a aquellas de menor nivel socioeconómico.
Por esto, es necesaria la creación de políticas de agua potable más estrictas para proteger a las poblaciones más vulnerables de los peligros del arsénico.
Con estos resultados, la comunidad científica espera que las autoridades regulatorias, como la EPA, tomen medidas para proteger a la población de los efectos dañinos de la exposición prolongada al arsénico, no solo reduciendo los límites, sino también mejorando la infraestructura para garantizar que las comunidades más afectadas tengan acceso a agua potable segura y libre de contaminantes dañinos.
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