La incidencia reportada de rinolitiasis es de 1 en 10,000 pacientes. Los síntomas incluyen rinorrea, sangrado nasal, u obstrucción nasal.
Un hombre de 48 años acudió a consulta por molestias persistentes en la garganta durante tres semanas. Además, reportaba goteo postnasal purulento (drenaje de moco espeso y amarillo o verde) matutino desde hacía años, aunque no presentaba epistaxis (sangrado nasal), rinorrea unilateral (secreción de líquido (como mucosidad o, en algunos casos, pus o líquido claro) ni obstrucción nasal significativa.
Su exploración física general no mostró alteraciones, pero una laringoscopia flexible reveló un rinolito grande en la cavidad nasal derecha, acompañado de secreción verdosa y una desviación septal hacia la izquierda.
Al ampliar la anamnesis, el paciente recordó haber introducido un cuerpo extraño (una cuenta de plástico) en su nariz a los 4 años. En ese momento, su pediatra le aseguró que el objeto "saldría solo".
Una tomografía computarizada confirmó la presencia de un objeto calcificado con translucidez central, compatible con un rinolito, que había provocado la desviación septal contralateral sin signos de sinusitis crónica ni erosión ósea.
Durante la consulta, se extrajo el 40% del rinolito mediante fórceps y succión, pero la hemorragia y las molestias impidieron completar el procedimiento. Se recomendó al paciente realizar lavados nasales con solución salina y champú para bebés y regresar para una extracción escalonada.
Sin embargo, dos intentos posteriores realizados con intervalos de tres semanas no lograron eliminar el rinolito debido a su tamaño, lo que llevó a programar su extracción en quirófano.
Bajo anestesia general, el rinolito fue retirado sin complicaciones. Posteriormente, el paciente presentó una recuperación completa, con resolución de las molestias de garganta y del goteo postnasal que lo habían afectado durante años.
Es una condición poco común con una incidencia de 1 por cada 10,000 pacientes atendidos en otorrinolaringología. Es una formación de depósitos calcificados, llamados rinolitos, en la cavidad nasal.
Estos suelen formarse alrededor de un nidus o núcleo inicial, que puede ser endógeno (como moco seco, epitelio descamado o coágulos sanguíneos) o exógeno (como cuerpos extraños introducidos accidentalmente, por ejemplo, granos, semillas, cuentas o fragmentos de plástico).
La formación de estos depósitos está asociada con una inflamación crónica que facilita la acumulación de sales minerales como estearato cálcico y whitlockita. En algunos casos, también se han reportado rinolitos secundarios a procedimientos médicos, como endoprótesis nasales o tapones retenidos tras intervenciones quirúrgicas.
Los rinolitos son más frecuentes en el lado derecho de la cavidad nasal, como en este caso ( Pacheco & Busquets), probablemente debido a la mayor dominancia manual derecha en la población, y pueden encontrarse en pacientes de todas las edades, siendo más comunes en mujeres.
Aunque pueden ser asintomáticos, su presencia puede causar rinorrea unilateral, cacosmia (mal olor nasal), epistaxis, obstrucción nasal, cefalea, molestias en la garganta, goteo postnasal e incluso otorrea crónica.
El diagnóstico se realiza a través de la historia clínica, rinoscopia anterior o endoscopia nasal, y en algunos casos con tomografía computarizada para determinar su tamaño y las posibles complicaciones asociadas, como desviación del tabique, erosión ósea o sinusitis.
El tratamiento consiste en la extracción completa del rinolito, que puede lograrse mediante rinoscopia anterior, endoscopia nasal o, en casos complejos, mediante rinotomía lateral. En algunos casos, se ha empleado litotricia por ultrasonidos para fragmentar rinolitos demasiado grandes. Sin embargo, la falta de tratamiento puede llevar a complicaciones graves, como sinusitis crónica, perforación septal, dacriocistitis, osteomielitis frontal e incluso abscesos epidurales. Por lo tanto, es crucial incluir esta condición en el diagnóstico diferencial de la obstrucción nasal crónica.